¿Podrá el mundo alguna vez liberarse de la violencia y pensar de una manera
diferente? Si esto fuese posible ¿Cómo
se puede lograr? Krishnamurti, al investigar este tema observa que la
violencia, la tendencia destructiva, los enfrentamientos y los conflictos que
el hombre ha cultivado o heredado de sus antiguos ancestros, parecen haber
echado profundas raíces en este mundo, difíciles de erradicar, que llenan de
infelicidad y miedo a la humanidad. La mitología, la filosofía y la religión,
con sus enseñanzas, disciplinas y creencias parecen no haber resuelto la
ansiedad y la angustia de los seres humanos.
El hombre debe encontrar una solución para los problemas fundamentales de
su existencia, porque el dolor del mundo es el dolor de cada hombre, y porque
el mundo es el hombre y el hombre es el mundo. La revolución no consiste en
poner bombas y revelarse a la autoridad, la revolución debe producirse en la
mente de cada uno. El pensamiento es el que ha fragmentado al hombre y lo ha
separado de la naturaleza, pero también ha creado la tecnología que necesitamos
para vivir.
¿Puede el pensamiento seguir funcionando en el campo del
conocimiento y al mismo tiempo liberarse del dolor y del miedo, sin producir
divisiones y enfrentamientos entre los hombres?
Krishnamurti nos dice que el
pensamiento ha engendrado la violencia, la miseria y la infelicidad del mundo,
porque el pensamiento divide a los hombres en blancos y negros, en comunistas y
capitalistas, en ricos y pobres, etc.
Esclaviza al hombre y hace que su mente nunca pueda ser libre, porque
siempre está juzgando, condenando o eligiendo. Sólo se puede pensar diferente,
de una manera totalmente nueva, cuando
se puede observar el presente, sin presión, sin dirección, sin distorsión de
ninguna clase. Cuando observamos y estamos atentos, el pensamiento no
interviene, no compara, no juzga, no saca conclusiones. Se logra estar en el
presente libre de los recuerdos del pasado, porque la distorsión aparece cuando
no se está atento. El pensamiento es el responsable del miedo, de la soledad,
de los celos, de la ansiedad y de la culpa. La percepción debe estar en el
presente sin intervención del pensamiento, porque el pensamiento es la
respuesta del pasado.
El pensamiento ha creado imágenes por razones sociológicas, económicas y
culturales y vive esclavo de esas imágenes. Pero es posible observar sin la
interferencia del pensamiento y de sus imágenes, que son inconscientes y se han
ido acumulando en el tiempo haciendo que una persona se comporte según como
sean esas imágenes, porque ese modo de pensar se refleja en la conducta. La
vida se vuelve desdichada cuando nos comparamos con otros más inteligentes, más
ricos, con un físico más atractivo, etc. y esas imágenes inconscientes vuelven
durante el sueño y nos hacen infelices.
El pensamiento debe estar en silencio y
no tener ninguna imagen para lograr el estado de alerta o de percepción atenta
en el aquí y ahora, para poder ver la
realidad sin compararla con imagen alguna. Sólo se puede escuchar al otro
cuando no intervienen los pensamientos del pasado, porque si interfieren las imágenes que nos
dicen, esto debe ser o esto no debe ser, o esto lo tengo que rechazar y lo otro
lo tengo que aceptar, no se está escuchando en absoluto.
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