ECKHART TOLLE
No
vemos las cosas como son, las vemos como somos nosotros.
Eckhart
Tolle, un hombre de aspecto endeble no parece responder a la imagen del clásico
gurú ; y tiene muy claro que ése no es el lugar que desea ocupar: "no
tengo nada para darte; busca en tu interior" -dice . Y ése es el desafío
que propone, acceder a un conocimiento interno, que no pertenece al orden de la
mente, que reside en un lugar no determinado y que será un descubrimiento
personal; eso sí, Eckhart nos señaliza un poco el camino de un modo casi
provocativo: "no eres lo que piensas, deja de identificarte con la
mente".
Eckhart
fue investigador y supervisor en la Universidad de Cambridge. A los veintinueve
años experimentó una profunda transformació n espiritual que cambió su vida.
Dedicó los años siguientes a comprender, integrar y profundizar esa
tranformación, que marcó el comienzo de un intenso viaje interior.
Entre
sus libros cabe destacar "El Poder del Ahora"
que le deparó innumerables lectores en todo el mundo y "El
silencio habla", extraño e intrañable libro
donde las palabras parecen susurrar desde el fondo de un profundo estado
meditativo.
Lo
que sigue es una entrevista en la que habla acerca de los obstáculos para la
iluminación o lo que podríamos llamar "las trampas de la mente".
Pregunta: ¿Qué es la Iluminación?
Echart
Tolle:
Un mendigo había estado sentado a la orilla de un camino durante más de
30 años. Un día pasó por allí un extraño. "¿Tienes algunas monedas?",
murmuró el mendigo, estirando mecánicamente el brazo con su vieja gorra.
"No tengo nada que darte", respondió el extraño. Y luego preguntó,
"¿Qué es eso sobre lo que estás sentado?". "Nada", replicó
el mendigo, "sólo una caja vieja. He estado sentado sobre ella desde que
tengo memoria". "¿Alguna vez has mirado en su interior?",
preguntó el extraño. "No", respondió el mendigo, "¿Para qué? No
hay nada adentro".
"Echa una ojeada", insistió el
extraño. El mendigo logró entreabrir la tapa. Para su asombro, incredulidad y
euforia, descubrió que la caja estaba llena de oro.Yo soy ese extraño que no
tiene nada para darte y que te dice que mires en tu interior. No dentro de
alguna caja -como en la parábola- sino en un lugar aún más cercano: dentro de
ti mismo."Pero no soy un mendigo", te puedo oír decir.Aquellos que no
han descubierto su verdadera riqueza -la brillante joya del Ser y la profunda e
inalterable paz que se encuentra en ese lugar-, son mendigos, aún cuando tengan
gran riqueza material.
Buscan
externamente desechos de placer o plenitud -para la validación, la seguridad o
el amor-, mientras en su interior tienen un tesoro que no sólo incluye todas
esas cosas, sino que es infinitamente más grande que cualquier cosa que el
mundo pueda ofrecer.La palabra "iluminación" evoca la idea de algún
logro sobrehumano, y al ego le gusta verlo así; sin embargo, se trata
simplemente de tu estado natural sentido de unión con el Ser. Es un estado de
conexión con algo inconmensurable e indestructible, algo que, casi
paradójicamente, eres tú en esencia y que, sin embargo, es mucho más grande que
tú. Es el encuentro de tu verdadera naturaleza, más allá de nombres y formas.
La incapacidad de encontrar esta conexión da origen a la ilusión de separación
de ti mismo y del mundo que te rodea.
Te
percibes entonces a ti mismo, consciente o inconscientemente, como un fragmento
aislado. Surge el temor, y el conflicto -interno y externo- se vuelve
habitual.Me gusta la sencilla manera en que el Buda define el estado de
iluminación: "el fin del sufrimiento". ¿Hay acaso algo sobrehumano en
esto? Por supuesto, como definición es incompleta. Sólo te dice lo que la
iluminación no es: no es sufrimiento. Pero, ¿qué es lo que queda cuando ya no
hay sufrimiento? El Buda guarda silencio al respecto, y su silencio implica que
tendrás que descubrir eso por ti mismo.
Utiliza
una definición negativa, de modo que la mente no pueda transformarlo en algo en
qué creer o en algún logro sobrehumano, en una meta que te sea imposible alcanzar.
A pesar de esta precaución, la mayoría de los budistas sigue creyendo que la
iluminación es para el Buda -no para ellos- al menos por esta vida.
Pregunta: Utilizaste la palabra
"Ser". ¿Puedes explicar a qué te refieres con eso?
Eckhart
Tolle:
El Ser es la Vida Única eterna y omnipresente que se encuentra más allá
de las innumerables formas de vida que se hallan sujetas al nacimiento y a la
muerte. Sin embargo, el Ser no sólo se halla más allá sino en la profundidad de
cada forma, como su esencia más interna, invisible e indestructible. Esto
significa que eso está a tu alcance ahora, como tu naturaleza más verdadera, tu
yo más profundo.
Pero
no intentes comprenderla con la mente. No trates de comprenderla. Sólo puedes
conocerla cuando la mente está quieta. Cuando estás presente, cuando tu
atención se halla en forma total e intensa en el Ahora, podrás sentir al Ser,
pero nunca podrá ser comprendido con la mente. Tomar nuevamente conciencia del
Ser y vivir en ese estado de "conciencia sentida" es la iluminación.
Pregunta: Cuando dices Ser, ¿estás
hablando de Dios? Y si lo estás, ¿por qué no usas esa palabra?
Eckhart
Tolle:
La palabra "Dios" ha perdido completamente su significado, a
través de miles de años de mal uso. La utilizo a veces, muy escasamente. Por
"mal uso", me refiero a que personas que nunca han tenido siquiera un
atisbo del ámbito de lo sagrado, de la infinita inmensidad existente detrás de
esa palabra, la utilizan con gran convicción, como si supieran de lo que
hablan. O bien, argumentan en su contra, como si supieran qué es lo que están
negando.
Este
mal uso origina creencias, afirmaciones e ilusiones egóticas absurdas, como
"Mi Dios o nuestro Dios es el único dios verdadero, y el tuyo es
falso", o la famosa frase de Nietzche: "Dios ha muerto".La
palabra Dios se ha transformado en un concepto cerrado. Apenas la palabra es
pronunciada, se forma una imagen mental -quizás ya no de un anciano de barba
blanca-, pero sigue siendo una representació n mental de alguien o algo fuera
de ti; y, sí, casi inevitablemente un algo o alguien masculino.
Ni
"Dios" ni el "Ser" ni ninguna otra palabra pueden definir o
explicar la inefable realidad que se halla detrás de la palabra, de modo que la
única pregunta importante es si la palabra es una ayuda o un obstáculo en
cuanto a permitirte experimentar Aquello a lo cual apunta. ¿Apunta acaso más
allá de sí misma, hacia esa realidad trascendente, o se presta muy fácilmente a
transformarse en nada más que una idea, una creencia en tu cabeza, un ídolo
mental? La palabra "Ser" no explica nada, pero tampoco la palabra
"Dios". "Ser", sin embargo, tiene la ventaja de ser un
concepto abierto: no reduce el infinito invisible a una entidad finita. Es
imposible formarse una imagen mental de él.
Nadie
puede adjudicarse la posesión exclusiva del Ser. Es tu esencia misma, y te es
accesible de inmediato como la sensación de tu propia presencia, la sensación
de "Yo soy" previa a "Yo soy esto o lo otro". Así que sólo
hay un pequeño paso entre la palabra "Ser" y experimentar el Ser.
Pregunta: ¿Cuál es el mayor obstáculo para
experimentar esta realidad?
Eckhart Tolle:
La
identificació n con tu mente, lo que hace que el pensamiento se vuelva
compulsivo. No poder dejar de pensar es una espantosa calamidad, pero no nos
damos cuenta de esto porque casi todo el mundo la sufre, así que es considerada
"normal". Este ruido mental incesante te impide hallar ese dominio de
quietud interna que es inseparable del Ser. Esto también crea un falso
"yo" -fabricado por la mente-, que extiende una sombra de temor y
sufrimiento. Examinaremos todo eso en más detalle más adelante. El filósofo
Descartes creyó haber encontrado la verdad más fundamental cuando formuló su
famosa frase: "Pienso, luego existo".
De hecho, expresó con eso el
error más fundamental: igualar el pensar con el Ser y la identidad con el
pensar. El pensador compulsivo -y casi todo el mundo lo es- vive en un estado
de aparente separación, en un insanamente complejo mundo de problemas y
conflictos continuos, un mundo que refleja la creciente fragmentación de la
mente. La iluminación es un estado de "completitud", de "ser
uno", y por tanto se está en paz.
Se
es uno con la vida en su aspecto manifiesto -el mundo- así como con tu yo más
profundo y la vida no manifiesta -uno con el Ser-. La iluminación no es sólo el
fin del sufrimiento y del continuo conflicto interno y externo, sino también el
fin de la horrible esclavitud del pensar incesante. ¡Qué increíble liberación
es!Identificarte con tu mente genera una cortina opaca de conceptos, etiquetas,
imágenes, palabras, juicios y definiciones que impiden toda relación verdadera.
La cortina se interpone entre tú y tú mismo, entre tú y los demás hombres y
mujeres, entre tú y la naturaleza, entre tú y Dios.
Es
esta cortina de pensamiento la que crea la ilusión de la separación, la ilusión
de que hay un tú y un "otro" enteramente separado. Olvidas entonces
la realidad esencial de que, debajo del nivel de las apariencias físicas y las
formas separadas, eres uno con todo lo que existe. Con "olvidas", me
refiero a que ya no logras sentir esta unión como una realidad evidente por sí
misma. Puedes creer que es así, pero ya no sabes si lo es o no. Una creencia
puede ser tranquilizadora. Sólo es liberadora, sin embargo, a través de tu
propia experiencia.Pensar se ha vuelto una enfermedad. La enfermedad se
presenta cuando las cosas se desequilibran.
Por
ejemplo, no hay nada malo con que las células se dividan y multipliquen en el
cuerpo, pero cuando este proceso prosigue en forma independiente del organismo
completo, las células proliferan y tendremos una enfermedad.La mente es un
instrumento soberbio si la usamos correctamente. Si se le usa en forma
incorrecta, sin embargo, se vuelve muy destructiva. Para ser más preciso, no se
trata tanto de que uses tu mente del modo incorrecto -en general no la usas
para nada-. Ella te usa. Ésa es la enfermedad. Crees que eres tu mente. Ese es
el delirio. El instrumento se ha apropiado de ti.
Pregunta: ¿No estoy enteramente de acuerdo.
Es cierto que pienso mucho sin sentido alguno -como la mayoría de las
personas-, pero aún puedo utilizar mi mente para lograr cosas, y hago eso todo
el tiempo?.
Eckhart Tolle:
Sólo porque puedes
resolver un acertijo de palabras o construir una bomba atómica, no significa
que puedes utilizar tu mente. Tal como a los perros les encanta morder huesos,
a la mente le encanta hincarle sus dientes a los problemas. Es por eso que
resuelve acertijos y construye bombas atómicas. A ti no te interesan esas
cosas. Permíteme preguntarte esto: ¿puedes liberarte de tu mente cada vez que
quieres? ¿Has hallado el botón que detiene todo el mecanismo?
Pregunta: ¿Te refieres a dejar de pensar?
No, no puedo hacerlo, excepto quizás por unos instantes.
Eckhart
Tolle:
Entonces la mente te utiliza a ti. Inconscientemente, te has identificado
con ella, de modo que ni siquiera te das cuenta de que eres su esclavo.
Es
casi como si fueses poseído sin darte cuenta: crees que la entidad que se
posesionó de ti eres tú mismo. La libertad se inicia dándote cuenta de que no
eres esa entidad que se posesionó de ti -el pensador- Saber esto te permite
observar a la entidad. Apenas comienzas a observar al pensador, comienza a
activarse un nivel más alto de conciencia.
Comienzas entonces a darte cuenta de
que hay un enorme ámbito de inteligencia más allá del pensamiento, y que ese
pensamiento es sólo un diminuto aspecto de esa inteligencia. También te das
cuenta de que todas las cosas que realmente importan -la belleza, el amor, la
creatividad, la alegría, la paz interior- tienen su origen más allá de la
mente.
Comienzas a despertar.
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