Lo que determina la vuelo de la flecha es la potencia del arco; lo que
controla el poder de las nubes es el dragón y lo que guía los actos del marido
es la fortaleza de la esposa. Así pues, si Toki ha podido venir hasta aquí a
visitarme, ha sido gracias al apoyo de usted. Viendo el humo sabemos como es el
fuego; mirando la lluvia discernimos la naturaleza del dragón; y observando a
un hombre podemos saber cómo es la esposa. Por ende, ahora que estoy reunido
con Toki, siento como si lo estuviera viendo a usted.
Toki me ha dicho que, aun acongojado por la muerte de su madre, se sentía
muy agradecido, por que ella había fallecido en paz y usted la había atendido
con suma consideración. Me confeso, emocionado, que jamas podría olvidar ese
gesto, en ninguna de sus existencias futuras.
Mi mayor preocupación, ahora, es la enfermedad que usted padece.
Plenamente convencida de que lograra curarse, continué el tratamiento con moxas
durante tres años, con la misma regularidad con que ha empezado. Ni siquiera
quienes se salvan de enfermarse pueden eludir la transitoriedad de la vida.
Pero usted no ha llegado todavía a la vejez; y como es una devota del Sutra del
Loto, tampoco morirá en forma prematura. Su enfermedad, estoy seguro, no se
debe al karma, pero aunque así fuera, confié en que el Sutra del Loto tiene el
poder de curarla.
El rey Ajatashatru prolongo su vida cuarenta años, por que abrazo el
Sutra del Loto, Ch'en Chen alargó su existencia quince años. Usted también
practica el Sutra del Loto, y su fe es como la luna creciente o la pleamar.
Tenga la absoluta certeza, entonces, de que su enfermedad no podrá durar, y de
que su vida se prolongara sin falta. Cuídese y no agobie su alma con
aflicciones.
Cuando surjan las tristes preocupaciones, piense en Iki y en Tsushima, y
en el destacamento de Dazaifu.
O piense en los pobladores de Kamakura, que vivían entregados a los deleites
del mundo celestial......Pero cuando los soldados tuvieron que partir hacia
Tsukushi y decir adiós a sus esposas e hijos, fue como si les arrancaran las
cortezas a los árboles. Se lamentaban a los ojos lamentándose, con los rostros
próximos y apesadumbrados. Y después, marcharon cada vez más lejos.....Dejaron
atrás de la playa de Yui, Inamura, Koshigoe, Sakawa y el paso del Hakone. Y los
días fueron pasando, y en su marcha interminable hacia un punto cada vez más
lejano, fueron viendo como los ríos, las montañas y las nubes se interponían
entre ellos y su familia.
Hoy, su escolta es el llanto, y el dolor, su compañero. ¡Cuan inmensa ha
de ser su congoja!
No hay comentarios:
Publicar un comentario