La Voz Cumple la Función del Buda
"El alma de Nichiren no es otra cosa que
Nam-myoho-renge-kyo". En verdad, Nichiren consideró el Nam-myoho-renge-kyo
como la Ley mística, el principio natural que gobierna las funciones de la vida
en el universo, la ley por la cual todos los budas están iluminados y el
verdadero aspecto de nuestras propias vidas.
Él vio la práctica de invocar
repetidamente esta ley como el "camino directo hacia la
iluminación".
La voz
Muchas personas asocian la práctica religiosa budista con
la meditación silenciosa e interior. Pero la práctica de vocalizar, recitar y
entonar diversas enseñanzas ha desempeñado un rol de vital importancia en la
historia del budismo. Expresar la convicción y el juramento más recónditos en
la oración, es un acto intensamente público. El énfasis en la entonación
audible, en oposición a la meditación silenciosa, refleja una postura esencial
en el budismo de Nichiren. En lugar de simplemente explorar y retirarse en los
reinos privados de la vida interior, la práctica religiosa es enfocada en hacer
emerger nuestro potencial interior más elevado en relación con nuestros amigos
humanos y para su beneficio y el de la sociedad humana. Nichiren cita con
frecuencia las palabras de un filósofo budista anterior que dicen "La
voz cumple la tarea del Buda".
Utilizar nuestras voces para expresar y transmitir el
estado de nuestra vida interior -ya sea uno de alegría, gratitud, desesperación
o determinación- es lo principal para nuestra identidad como humanos. Es muy
probable que el acto esencialmente humano de "orar"
surgiera de esas súplicas, llantos y agradecimientos semiinstintivos -dirigidos
hacia las inescrutables fuerzas de la naturaleza y previos a cualquier sistema
de doctrina o creencia formulado conscientemente.
De la misma manera, es a través de la canción, la voz,
que los seres humanos han dado expresión fundamental a sus sentimientos -y
deseos- más recónditos por la armonía con todas formas de vida. La voz sirve
como un vínculo vital entre nosotros mismos, nuestros amigos humanos y un
universo que, en sí mismo, vibra con los ritmos de la vida y la
muerte.
Nichiren consideró el Sutra del loto, con su mensaje de
que todas
las personas pueden convertirse en budas -que, en el nivel más
profundo, todas las personas ya son budas iluminados- como la enseñanza
fundamental del budismo con una aplicabilidad imperecedera y universal. En
línea con las primeras escuelas dedicadas al Sutra del loto, él consideró que
los cinco caracteres chinos del título del Sutra -myo, ho, ren, ge, kyo-
corporificaban la esencia del Sutra, la Ley mística a la cual Shakyamuni y
otros budas estaban iluminados. Así, el 28 de abril de 1253, cuando él declaró
que entonar Nam-myoho-renge-kyo era activar su promesa de iluminación
universal, Nichiren estaba estableciendo una forma de práctica que
abriría el camino hacia la iluminación para todas las personas
-independientemente de las clases o los antecedentes educativos. Esto se vio
confirmado con las personas de diversos rangos que se reunieron en torno a
Nichiren, convirtiéndose en sus seguidores y compañeros practicantes; ellos
incluían personas con una comprensión altamente desarrollada de la doctrina e
historia budistas así como campesinos con escasa capacitación para leer y
escribir. También se confirma con la sorprendente diversidad de personas que
practican el budismo de Nichiren globalmente en la actualidad.
La Ley mística
Nichiren dedicó gran energía para alentar a sus
seguidores a reunir una profunda fe en que la entonación de Nam-myoho-renge-kyo
es una práctica por la que pueden hacer emerger su naturaleza de Buda inherente
-fortalecer su capacidad para la sabiduría, el coraje, la convicción, la
vitalidad y la misericordia- para enfrentar exitosamente los desafíos de la
vida diaria y establecer un estado de inconmovible felicidad en este mundo.
Entonces, ¿qué significa Nam-myoho-renge-kyo? La frase
puede ser traducida literalmente como "Yo me dedico al Sutra del loto de
la Ley maravillosa". En varios de sus principales escritos
-que incluyen tratados, peticiones, registros de disertaciones así como cartas
a creyentes individuales- Nichiren desarrolla el profundo significado de cada
uno de los caracteres componentes.
Nam (o Namu) deriva del sánscrito y significa venerar
o dedicarse. (A menudo es traducido como "saludo"
o "refugiarse
en", pero desde la perspectiva del budismo de Nichiren, con su
énfasis en el hecho de que la Ley es inherente a todas las personas, esto no
puede ser considerado como la traducción óptima.) Myoho-renge-kyo es la
pronunciación japonesa de los caracteres chinos que comprenden el título del
Sutra del loto, o "Sutra Saddharma Pundarika" en el original en
sánscrito.
Nichiren comenta que la formulación completa, de esta
manera, fusiona elementos del sánscrito y el chino, las dos grandes
civilizaciones de su mundo conocido. Esto puede ser entendido como una expresión
de la orientación universalista del budismo de Nichiren, su activa adopción de
la cultura y la civilización humanas.
Myoho corresponde a Saddharma y puede ser traducido como
"Ley mística o maravillosa". Como lo comenta Nichiren en una carta:
"Entonces, ¿qué significa myo? Es, sencillamente, la naturaleza mística de
nuestra vida, en cada momento, que el corazón es incapaz de captar y que las
palabras no pueden expresar".
Nichiren cita además tres atributos del carácter myo:
Abrir, estar plenamente dotado, y revivir. Ho es el dharma o ley, y juntos, los
dos caracteres de myoho se refieren a la Ley mística. Como ha escrito el
presidente de la SGI Ikeda: "El verdadero poder de la Ley mística es su
capacidad de abarcarlo todo, de hacer de cada cosa un uso positivo, de dirigir
cualquier circunstancia en dirección al bien, y de infundir nueva vida a todas
las cosas”.
Myo y ho son también identificados por Nichiren como
correspondientes a la vida y la muerte, que el budismo considera como los dos
aspectos -uno activo y manifiesto, el otro latente e inconspicuo- de un
continuo vital más profundo. Este continuo es penetrado y configurado por la
ley de la causalidad, o la causa y el efecto, que Nichiren identifica con
renge, la flor del loto.
Específicamente, el hecho de que la flor del loto ya
contiene semillas cuando se abre, simboliza el principio de la simultaneidad de
causa y efecto, la idea de que las causas que generamos están grabadas en los
reinos más profundos y esenciales de la vida, y en este plano experimentamos
inmediatamente los efectos de nuestros pensamientos, palabras y acciones. En
los términos de la práctica budista esto significa que "Cualquiera que
practique esta Ley obtendrá tanto la causa como el efecto de la Budeidad
simultáneamente". El hecho de que la flor del loto dé flores blancas y
puras a partir de raíces profundamente hundidas en agua turbia, fangosa y
pantanosa, expresa la idea de que nuestra naturaleza más elevada emerge a
través del dedicado compromiso con la a menudo difíciles o desagradables
realidades de la vida y la sociedad.
Finalmente, kyo significa el sutra, la enseñanza del Buda
expresada y transmitida. El carácter chino para kyo indica los hilos que corren
continuamente a través de una tela tejida. Nichiren escribe: "Kyo representa
las palabras y voces de todos los seres vivientes... Kyo también puede ser
definido como lo que es constante e inmutable en las tres existencias del
pasado, el presente y el futuro".
En otra parte, Nichiren asocia cada uno de los caracteres
de Nam-myoho-renge-kyo con las partes del cuerpo humano: la cabeza, la
garganta, el pecho, el abdomen y las piernas, respectivamente. Esto puede ser
interpretado como un indicador de que el principio místico o la ley que guía y
gobierna el cosmos viviente no están, de ninguna manera, separado de las
realidades concretas de nuestra vida.
Invocando la Ley mística y haciendo emerger nuestra
naturaleza más elevada y más iluminada, de manera natural inspiramos a quienes
nos rodean para luchar por un modo de vida más elevado, más creativo y
misericordioso. Esto se desarrolla en un "círculo virtuoso" de
reforzar mutuamente la celebración de la infinita dignidad y valor de todos los
seres humanos.
Nichiren utiliza una poética metáfora para describir este
proceso:
"Cuando canta un pájaro enjaulado, las aves que
vuelan en el cielo responden al llamado y se congregan a su alrededor, y cuando
los pájaros libres se acercan, el ave enjaulada lucha por liberarse y salir.
Cuando recitamos la Ley mística con nuestras voces, invariablemente asoma y
aflora nuestra naturaleza de Buda, que se siente convocada por la invocación”.
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