Uno
de los temas más discutidos referente a cualquier objeto religioso es si éste
es sagrado o representa lo sagrado. Puesto de otra forma, ¿es una
personificación real o un símbolo de lo que debe ser reverenciado en el culto?
Esas preguntas sobre la naturaleza de los objetos religiosos han jugado un
papel importante en la historia de la religión.
El
Gohonzon funciona como la personificación de la iluminación de Nichiren. El
Gohonzon no es intrínsecamente una entidad viviente con conciencia propia que
personifica la iluminación del Daishonin, pero funciona en nuestra práctica
como si lo fuera. Nichiren explica: "Yo, Nichiren, diluí mi vida y en ella
impregné la tinta sumi, con la cual inscribí este Gojonzon, por eso, crean en él
con todo su corazón. La voluntad del Buda es el Sutra del Loto, pero el alma de
Nichiren no es otra cosa que Nam-myojo-rengue-kyo". (LPEND, Vol. I,
p.120).
El
Gohonzon ayuda a nuestra práctica tanto como símbolo, como personificación de la
iluminación.
Sin embargo, debe hacerse notar que el Gohonzon como
personificación de la iluminación no debe tomarse para significar la presencia
misteriosa de lo divino en un objeto inanimado. El Gohonzon se convierte en la
personificación de la budeidad a través de nuestra fe y nuestra práctica. En
otras palabras, la importancia del Gohonzon como personificación de la budeidad
de Nichiren es real y significativa únicamente hasta el punto de que el
practicante ore a él con fe y visto como el ejemplo a seguir, no como una fuerza
salvadora externa. El significado del Gohonzon conforme a la intención de
Nichiren, en este sentido, se crea a través de la interacción dinámica entre el
objeto de devoción y el devoto. Por lo tanto, el significado del Gohonzon
estaría incompleto sin la fe y práctica del creyente.
MANDALA
Mandala significa círculo en sánscrito. Esta palabra es
también conocida como rueda y totalidad. Más allá de su definición como
palabra, desde el punto de vista espiritual es un centro energético de
equilibrio y purificación que ayuda a transformar el entorno y la mente.
También se le define como un sistema ideográfico contenedor de un espacio
sagrado.
Los mandalas son utilizados desde tiempos remotos. Tienen
su origen en la India y se propagaron en las culturas orientales, en las
indígenas de América y en los aborígenes de Australia. En la cultura
occidental, fue Carl G. Jung, quien los utilizó en terapias con el objetivo de
alcanzar la búsqueda de individualidad en los seres humanos. Jung solía
interpretar sus sueños dibujando un mandala diariamente, en esta actividad
descubrió la relación que éstos tenían con su centro y a partir de allí elaboró
una teoría sobre la estructura de la psique humana. Según Carl Jung, los mandalas representan la
totalidad de la mente, abarcando tanto el consciente como el inconsciente.
Afirmó que el arquetipo de estos dibujos se encuentra firmemente anclado en el
subconsciente colectivo.
Los mandalas también son definidos como un diagrama
cosmológico que puede ser utilizado para la meditación. Consiste en una serie
de formas geométricas concéntricas organizadas en diversos niveles visuales.
Las formas básicas más utilizadas son: círculos, triángulos, cuadrados y
rectángulos. Estas figuras pueden ser creadas en forma bidimensional o tridimensional.
Por ejemplo, en la India hay un gran número de templos
realizados en forma de mandalas. Los diseños son muy variados, pero mantienen
características similares: un centro y puntos cardinales contenido en círculos
y dispuestos con cierta simetría. Según
la Psicología, el mandala representa al ser humano. Interactuar con ellos te
ayuda a curar la fragmentación psíquica y espiritual, a manifestar tu
creatividad y a reconectarte con tu ser esencial. Es como comenzar un viaje
hacia tu esencia, te abre puertas hasta ahora desconocidas y hace que brote tu
sabiduría interior. Integrarlas a tu vida te dará centro y la sensación de
calma en medio de las tormentas. El
trabajo de meditación con mandalas puede consistir en la observación o el
dibujo de éstos. En el primer caso, con sólo sentarte en un lugar cómodo,
lograr una respiración rítmica y profunda, y disponerte a observar algún
mandala de tu elección, puede llevarte a un estado de relajación y te sentirás
más alerta ante los hechos que suceden a tu alrededor.
El proceso de
observación puede durar entre tres y cinco minutos.
En el segundo caso, puedes dibujar mandalas o
colorearlas. Se recomienda que si estás vinculándote con estas imágenes,
comiences por pintarlas. Para ello, escoge un modelo que te inspire, selecciona
los instrumentos (colores, marcadores, acuarelas, por ejemplo), y luego
instálate en un sitio tranquilo. Puedes colocar música si lo deseas y comienza
tu trabajo. Hay técnicas variadas, todo dependerá del tu estado de ánimo y de lo
que el mandala que desees pintar te transmita. Si crees que necesitas ayuda
para exteriorizar tus emociones, puedes colorearlas de adentro hacia fuera; si
por el contrario, quieres buscar tu centro, píntalas de afuera hacia adentro. Este es un trabajo que puede hacer cualquier
persona, sin importar su edad o religión. Es una práctica sencilla que
redundará en beneficios personales y en la consecución del equilibrio interno.
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