La satisfacción de los deseos nos da bienestar, pero el
buen estado de ánimo nos da felicidad.” Dalai Lama La condición de la vida es
la de no estar nunca totalmente satisfecho y esta limitación no nos permite alcanzar
la felicidad, porque estamos centrados en la satisfacción de los deseos. Si
fuéramos personas sin apetencias, tal vez no existiría el movimiento, ni la
evolución, ni la creatividad y seríamos simples entelequias o momias vivientes
y no habría desafíos, ni búsquedas ni deseo alguno.
El hombre se ha tenido que servir de la naturaleza para
sobrevivir y pudo lograr vencer muchas dificultades con su ingenio. Pero la
raza humana ha construido de esa manera un mundo demasiado complicado para
lograr mucho más que su supervivencia y ha reducido su destino al consumo. El
consumismo es un monstruo que se alimenta de todo tipo de cosas que al hombre
nunca le alcanzan, porque ni bien las posee vuelve a desear otras. Esa cadena
finalmente se corta cuando choca con la realidad de algo que no puede obtener y
es cuando se siente deprimido, frustrado y desilusionado, dependiendo su estado
de ánimo de la satisfacción de sus deseos. El Dalai Lama nos dice que el estado
de ánimo es muy importante para ser feliz y que la auténtica felicidad no se
puede confundir con el placer; sino que se relaciona con el estado mental que
se logra, cuando una persona se libera y no experimenta más el sufrimiento.
Podemos ser felices cuando obtenemos lo que queremos pero
pronto nos acostumbramos a la nueva situación y recuperamos nuestro estado
anterior; porque el ser humano tiene la capacidad de adaptarse a las
situaciones nuevas para volver a su estado habitual. Lo mismo pasa cuando nos
sucede alguna tragedia; al principio estaremos tristes pero finalmente
volveremos a sentirnos igual que antes. El propósito de pensar en positivo
puede cambiar nuestro estado de ánimo en forma inmediata. Es más, consiste en
proponerse uno mismo el bienestar y la felicidad desde que nos levantamos a la
mañana para notar un cambio drástico en nuestras vidas.
El Dalai Lama sostiene que una fuente interna de
felicidad es la autoestima. La dignidad personal basada en lo material alguna
vez se termina y es necesario que la propia autoestima se base en otros atributos
personales como la empatía, la calidez y la capacidad de dar afecto. Es
importante discriminar esta diferencia cuando tomamos decisiones porque a veces
la decisión correcta puede no ser placentera. Pero si buscamos felicidad
estable y no placeres momentáneos solamente, nos será más fácil renunciar a los
placeres que nos resultan nocivos. Para llegar a este nivel de conciencia se
necesita reconocer los pensamientos negativos y los positivos, conocer los
beneficios de las emociones y conductas positivas, identificar las dificultades
y sufrimientos que deparan nuestras emociones y comportamientos negativos. El
Dalai Lama se considera una persona definitivamente feliz, teniendo en cuenta
que también él tiene condiciones en su vida que lo podrían hacer infeliz.
Aún vive en el exilio y no ha conseguido liberar a su
patria de la dominación China, situación que a muchos los podría sumir en la
amargura. Sin embargo él manifiesta ser completamente feliz. Se trata de
conocer cual es el camino hacia la felicidad y cual el del sufrimiento y elegir
ser feliz. Solamente de esa manera la felicidad es posible. La paz de la mente,
la serenidad y la forma de ver las cosas no es indiferencia, al contrario, nos
da la posibilidad de la comprensión, la compasión y la bondad. El odio no nos
permite disfrutar de lo que tenemos y nos puede enfermar; y la avaricia no se
puede satisfacer nunca. Fuente: Psychologies Magazine.
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