Estas cuatro Verdades deben ser verificadas
por la experiencia. Así, el Buddha Dhamma no está basado en el temor a lo
desconocido sino que está fundado en hechos que pueden ser comprobados y
verificados mediante la experiencia. El Buddhismo es, por lo tanto, racional e
intensamente práctico.
Un sistema tan racional y práctico no puede
contener misterios o doctrinas esotéricas. La fe ciega, por lo tanto, es extraña
al Buddhismo. Donde no hay fe ciega no hay coacción, persecución ni fanatismo.
Como crédito al Buddhismo, debe decirse que durante su pacífica marcha de 2.500
años, ninguna gota de sangre ha sido derramada en el nombre del Buddha, ningún
poderoso monarca empuñó su espada para propagar el Dhamma y no se realizó
conversión alguna ni por la fuerza ni por métodos repulsivos. Aún más, el
Buddha fue el primero y más grande misionero que vivió en esta Tierra.
Aldous Huxlye escribió: “Entre todas la grandes
religiones del mundo, el Buddhismo hizo su camino sin persecución, censura ni
inquisición.”
Lord Russell remarcó: “De las grandes
religiones de la Historia, prefiero el Buddhismo, especialmente en sus formas
tempranas, porqué ha tenido el más mínimo elemento de persecución.”
En nombre del Buddhismo no ha sido manchado
ningún altar con la sangre de Hipatia, ningún Bruno fue quemado vivo.
El Buddhismo apela más al intelecto que a la
emoción. Se preocupa más del carácter de sus devotos que de su supremacía
numérica.
CORTESÍA DE: Graciela Susana Rabin
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