Muchos en el Occidente son perturbados por la devoción
mostrada a las estatuas y mándalas utilizados como objetos de culto en El
budismo. Esto es percibido como la peor forma de idolatría. La tradición
Budista se advierte a si misma que la adoración del Buda en su forma humana no
es el Propósito del Budismo.
A principios del Budismo, las imágenes del Árbol Bodhi,
la Rueda del Dharma o la Huella del Buda, se representaban como objetos de reverencia.
Como un gran ser especial, que había pasado al completo nirvana, el Buda
desafiaba la expresión en términos de forma humana. En tanto diversos objetos
indicando la presencia del Buda fueron a menudo representados en vez de la
forma humana, no había ninguna regla contra la idolatría.
Con el tiempo, bajo la influencia del arte helenístico,
representaciones realistas del Buda aparecieron en la región del Gandhara al
noroeste de la India, alrededor del comienzo de nuestra era. Una de las razones
de la aparición de este tipo de imágenes puede haber sido la necesidad de
relacionarse con el Buda como persona, el Budismo Mahayana alienta
especialmente la devoción al Buda.
Los discípulos inmediatos del Buda no veían al Buda como
un salvador trascendente. Ellos lo vieron como un hombre despierto que mostró
el camino a la liberación, que cada persona debe seguir para sí mismo o ella
misma. Con los años, sin embargo; el deseo de los discípulos y seguidores
laicos, de la presencia real del Buda creció; el mismo Buda había hecho una
distinción entre su presencia física, que él llamó la Rupakaya, o la Forma del
Cuerpo, y la verdad que sus enseñanzas y vida expresaban, que él llamó el
Dharmakaya, o Cuerpo del Dharma. Los Budistas Mahayana, más tarde desarrollaron
la enseñanza con el fin de satisfacer su necesidad de un Buda que mantuviera
una presencia activa en el mundo. Se mantuvo la distinción entre el Rupakaya y
el Dharmakaya, ellos dividieron al Rupakaya: en el Nirmanakaya y el
Sambhogakaya.
Al Dharmakaya se le dio un nuevo enfoque como la
verdadera naturaleza de la realidad y no sólo el cuerpo de las enseñanzas. El
resultado final era el Mahayana enseñanza del Trikaya o Tres Cuerpos del Buda.
El primer cuerpo del Buda es la Nirmanakaya, o "
Cuerpo de transformación”. Este es el aspecto histórico del Buda y se refiere
al Buda como una persona que nace, se hace iluminado, enseña el Dharma, y luego
muere.
El segundo cuerpo es el Buda Sambhogakaya, o "
Cuerpo del disfrute”. Este es el aspecto idealizado del Buda. Este cuerpo está
adornado con todo tipo de señales especiales y marcas características que
simbolizan la naturaleza trascendente del Buda.
El tercer cuerpo del Buda es el Dharmakaya o "Cuerpo
del Dharma." Este es el Buda como verdad universal, una personificación de
la verdadera naturaleza de la realidad misma. El cuerpo del Dharma, expresa al
Dharma Maravilloso en sí mismo, deleitado por el Cuerpo del disfrute y
manifestado físicamente por el Cuerpo de transformación.
El cuerpo del Dharma es sin forma y se estima, que se
halla más allá de la representación.
El Budismo reconoce, que la devoción mostrada a las
representaciones del Buda puede conducir a aumentar la fe y la devoción al
Dharma; también enseña, que ello no debe convertirse en apego idolátrico o
esclavitud a cualquier objeto físico y/o a las ideas que aquellos representan.
Del mismo modo, el Budismo reconoce que muchas de
nuestras necesidades y deseos tienen un lugar legítimo; al llevar una vida
productiva, responsable y saludable, pero no hay que sobrevalorarlos o apegarse
a aquellas cosas al punto que creen sufrimiento para nosotros y para los demás.
Cuando se trata de idolatría, podríamos decir que el
Budismo considera como potencial a la idolatría a todas las cosas; pero también
observamos que no son de esta manera las cosas, sino la mente del deseo lo que
las convierte en ídolos.
En lugar de rechazar las estatuas o las imágenes o al
mundo en sí mismo, el Budismo trata de enseñar a las personas, a observar estas
cosas; en la perspectiva apropiada de modo que aquellas no nos esclavicen; sino
más bien realcen nuestras vidas y nos conduzcan a la liberación.
Por el Rev. Washo Oyamada, y el Rev. Ryuei McCormic.
No hay comentarios:
Publicar un comentario