Si practicamos de este modo con
paciencia, nuestras distracciones irán
disminuyendo y experimentaremos una sensación de serenidad y relajación.
Nuestra
mente se volverá lúcida y espaciosa, y nos sentiremos restablecidos. Cuando el
mar está encrespado, el sedimento del fondo se agita y el agua se enturbia;
pero cuando el viento cesa, el lodo se deposita en el fondo de manera gradual y
el agua se vuelve transparente.
Del
mismo modo, cuando por medio de la concentración en la respiración logramos
calmar el flujo incesante de las distracciones, nuestra mente se vuelve lúcida
y clara. Entonces, intentamos permanecer en ese estado de calma mental durante
un tiempo.
Aunque
este ejercicio de respiración no es más que una etapa preliminar de la
meditación, resulta muy eficaz. Esta práctica es una prueba de que podemos
experimentar paz interior y satisfacción con sólo controlar la mente, sin tener
que depender de las condiciones externas.
Cuando
la turbulencia de las distracciones disminuye y nuestra mente se calma, surge
de forma natural un sentimiento profundo de felicidad y satisfacción que nos
ayuda a resolver los problemas de la vida diaria.
La
mayoría de las dificultades y las tensiones que sufrimos tienen su origen en la
mente y muchos de nuestros problemas, como la mala salud, son provocados o
agravados por el estrés. Si practicamos la meditación en la respiración durante
diez o quince minutos al día, podremos reducir nuestro estrés.
Entonces,
experimentaremos una gran sensación de tranquilidad y bienestar, y nuestros
problemas se desvanecerán.
Sabremos
manejar mejor las situaciones difíciles, nos sentiremos más cerca de los demás,
seremos más atentos con ellos y nuestras relaciones mejorarán.
A
continuación la descripción de los siguientes beneficios:
1.- Relajación Física.
2.- Más Consciencia Sobre los Procesos del Pensamiento.
3.- Tranquilidad Creciente y Capacidad para Superar el Estrés.
4.- Desarrollo de la Consciencia.
5.- Fomento de la Autocomprensión.
6.- Desarrollo del Pensamiento Creativo.
7.- Desarrollo de la Memoria.
6.- Desarrollo del Pensamiento Creativo.
7.- Desarrollo de la Memoria.
8.- Desarrollo del Pensamiento Creativo.
Relajación Física.
La meditación implica un permitir, un
dejar pasar, una capacidad progresiva para renunciar a la tensión física y
mental. Pero también lleva implícita una relación especialmente benéfica, que
se traduce en una plena atención, un estar alerta que garantiza que cada cuerpo
utiliza la cantidad de energía estrictamente necesaria no sólo para que
permanezca sentado y con la espalda erguida, sino también para que realice, sin
dificultades, las tareas físicas diarias. Dicho en otras palabras, la
meditación reeduca el cuerpo, eliminando los malos hábitos de la tensión física
y los sobreesfuerzos innecesarios que solemos asumir desde una etapa
excesivamente temprana de la vida, además de procurar una mayor consciencia
corporal. En efecto, el meditador está en armonía con su cuerpo, hasta el punto
de percibir la tensión y relajarla.
Más Consciencia Sobre los Procesos del
Pensamiento.
Eso no significa que el meditador pueda
ni deba interrumpir a su antojo, los pensamientos o ideas indeseables, sino que
gracias a la fuerza de la atención los pensamientos no pueden dominar su mente.
La persona es consciente de sus pensamientos, pero sin estar atado a ellos. De
este modo, las ideas ingratas no consiguen preocupar, inquietar o perturbar
tanto la mente del meditador.
Tranquilidad Creciente y Capacidad para
Superar el Estrés.
Al igual que los pensamientos dejan de
tener poder para dominar al meditador, lo mismo sucede con las emociones. La
persona puede sentir tristeza o enfado, pero tal y como sucede con las ideas,
esas emociones se mantienen a una considerable distancia del meditador, el
cual, a pesar de ellas, experimenta una poderosa sensación de paz y
tranquilidad interior.
Desarrollo de la Consciencia.
La consciencia consiste en la capacidad
para darse cuenta de lo que sucede a nuestro alrededor, y de desviar la
atención de una cosa a otra tan pronto como hace su aparición, en lugar de
distraerse con los pensamientos y diálogos interiores de cada día, como si
estuviésemos soñando despiertos.
Fomento de la Autocomprensión.
Si nos preguntaran si nos conocemos a nosotros
mismos, generalmente responderíamos que sí. Pero, en realidad, la mayoría de
nosotros somos unos perfectos extraños en nuestra propia mente. Tendemos a
vivir en la superficie de nuestra vida interior, y sólo tenemos presente los
pensamientos superficiales, ignorando lo que pasa en los niveles más profundos
del inconsciente. Incluso pasamos por alto de dónde derivan nuestras ideas o
cuáles son sus orígenes.
Desarrollo
del Pensamiento Creativo.
La
creatividad implica acceder o abrirse a los niveles inconscientes de la mente,
donde nacen los pensamientos originales. Cuanto más sosegada esté la mente
consciente, más capaces seremos de alcanzar dichos niveles.
Desarrollo
de la Memoria.
Una
buena parte de nuestro olvido se debe a nuestra incapacidad para concentrarnos
en lo que sucede en el entorno, y, en consecuencia, para almacenarlo en
nuestros bancos de memoria. En gran parte se debe a la interferencia de la
mente consciente, sobre todo cuando estamos preocupados o ansiosos, como por
ejemplo, antes de hacer un examen. La meditación ayuda a apaciguar estas
emociones inhibidoras y nos permite recordar las cosas en el momento necesario.
El ejercicio y desarrollo de la consciencia también contribuye a potenciar la
memoria. En este sentido, no conseguiremos recordar las cosas con regularidad a
menos que seamos plenamente conscientes de ellas. Con frecuencia, acusamos a
los niños de "estar en las nubes" o de olvidar cosas que para
nosotros son importantes. Pues bien, el problema consiste (por lo menos
parcialmente) en que pasamos tanto tiempo diciéndoles que piensen, que cerramos
una buena parte de su consciencia del mundo exterior.
Fomento del Desarrollo Espiritual.
No hace falta ser religioso o estar
interesado en la religión para reconocer el valor intrínseco de la meditación,
a pesar de que, en muchas de las tradiciones religiosas del mundo, ésta es
inseparable del desarrollo espiritual. Por el momento, no es necesario añadir
nada más sobre esta cuestión, salvo que para todos los practicantes,
cualesquiera que sean sus creencias religiosas, la meditación les puede ofrecer
una nueva forma de ver el mundo, una vía en la que la interdependencia de todas
las cosas se transforma en una experiencia vívida, y en la que los sentimientos
de compasión y de amor hacia el prójimo se convierte en una parte integral de
la visión del entorno.
Además de estos beneficios psicológicos
y espirituales, la meditación también es provechosa en términos de salud.
Aunque varía de una persona a otra, en general se puede incluir el descenso de
la tensión arterial, el descenso del ritmo cardíaco y otros muchos beneficios
psicológicos derivados de la relajación y del descenso de los niveles de
estrés.
Estos beneficios no sólo actúan durante la práctica concreta de la
meditación, sino que se extienden a la vida diaria. Habitualmente, los
meditadores se sienten más tranquilos y menos propensos a la ansiedad y a las
emociones negativas, así como más capacitados para afrontar los desafíos y las
tensiones propias de la vida. Por otro lado, al tener en orden sus ideas en la
mente gracias a las prácticas de meditación que han realizado antes de ejecutar
cualquier tarea que exige un esfuerzo agotador, muchas veces son capaces de
hacerla de un modo más satisfactorio y con menos presión.
La meditación no es algo que sólo se
pueda hacer sentado en un almohadón con las piernas cruzadas, sino que también
se puede meditar de pie, tumbado o sentado en una silla. El estado mental es
mucho más importante que la posición del cuerpo, aunque estar sentado con la
espalda recta ayuda a ejercer la atención y la atención constituye una parte
fundamental de la meditación. Por otra parte, la meditación tampoco es algo que
sólo se pueda realizar en el silencio y la intimidad del dormitorio. En
realidad, se puede meditar prácticamente en cualquier parte (en un tren,
esperando el autobús, antes de asistir a una reunión o a una entrevista, etc.)
y en cualquier momento del día.
A diferencia de muchos adultos, los
niños no suelen sufrir de tensión arterial alta o trastornos cardíacos, aunque
es probable que las semillas de éstas y de muchas otras enfermedades típicas de
los adultos se gesten durante la infancia. Cuanto más ayudemos a los niños a
estar en paz con su propio cuerpo, más posibilidades tendremos de estar
ayudándoles a evitar esas letales patologías en el futuro.
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