sábado, 25 de agosto de 2012

RESPUESTA A ONICHI-NYO

Ya había recibido las trescientas moneda que usted me envió por medio del sacerdote Ben-bo, y ahora vuelve a obsequiarme doscientas más.
 
El Buda, que es realmente digno de respeto, jamás juzgo las ofrendas por su cantidad. En el pasado, el niño virtud triunfal ofreció al Buda un pastel de lodo y renació como el rey Asoka, que gobernó todo Jambudvipa. Una mujer pobre se corto el pelo y lo vendió para comprar aceite para el buda, y ni siquiera los vientos que corren desde el monte Sumeru pudieron extinguir la llama de la lámpara que ese aceite alimentó. En consecuencia, las dos y tres sartras de monedas que usted ofrendó son superiores, incluso, a las del gobernante del Japón, quien podría erigir y obsequiar a su país una pagoda adornada con las siete clases de tesoros, tan alta que llegue hasta el cielo de las treinta y tres deidades.
 
Un solo ideograma del Sutra del Loto es como la tierra grandiosa, que da origen a todas las cosas. Un solo ideograma es como el gran océano, que contiene las aguas de todos los ríos. Un solo ideograma es como el sol y la luna, que iluminan los cuatro continentes en toda su extensión.
 
Este solo ideograma cambia y se transforma en la luna. Esta cambia y se transforma en un Buda. Las plantas de arroz crecen y producen semillas. estas cambian y se transforman en tallos; estos se convierten en cereal, que, a su vez, se transforma en un ser humano.
 
Y el ser humano deviene en un Buda. Una mujer, al cambiar, se transforma en el ideograma Myo, que, a su vez, se convierte en el Buda Shakyamuni sentado en un pedestal de loto. Nam-Myoho-Renge-Kyo.
 
Con mi profundo respeto, Nichiren a Onichi
 
ANTECEDENTES
 
Esta carta fue escrita desde MInobu a una mujer llamada Omochi-nyo. Aunque no se sabe mucho de ella, el primer párrafo sugiere que tenia cierta relación con Nissho, uno de los principales discípulos de Nichiren.
 
En esta cita cuenta las historias del Niño Virtud Triunfal, y la mujer pobre que vende su cabello para comprar aceite al Buda. Con el propósito de elogiar las ofrendas de Onochi-nyo, que, sin ser muchas, brillaban por su sinceridad. Luego le explica el gran poder que tiene el Daimoku del Sutra del Loto, que le permite a todas las personas manifestar la budeidad.

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