El siguiente material ha sido extraído de Los principales escritos de Nichiren
Daishonin, vol. 1, págs. 165 a 166.
No existe felicidad mayor para los seres
humanos que invocar Nam-myoho-renge-kyo. El sutra dice: “Los que habitan allí
[en mi tierra] disfrutan plenamente de la vida”.1 “Disfru-tar plenamente de la
vida” ¿no se refiere, acaso, a la ilimitada alegría que proviene de la Ley? Como
es obvio, usted está incluido entre “los que habitan”. Y “allí” se refiere al
mundo entero, dentro del cual se encuentra el Japón. “Disfrutar plenamente de la
vida” ¿no sería saber que nuestra vida —es decir, la mente y el cuerpo, el
sujeto y el ambiente— es entidad de ichinen sanzen y es, también, el Buda
original? 2 No existe felicidad mayor que tener fe en el Sutra del Loto. Nos
promete “paz y seguridad en esta vida y buenas circunstancias en la próxima”.3
Jamás permita que las dificultades de la vida lo perturben.
Después de todo,
nadie puede escapar de los problemas, ni siquiera los sabios y
venerables.
Tan sólo invoque Nam-myoho-renge-kyo y, cuando beba sake, quédese
en su casa junto a su mujer. Sufra lo que tenga que sufrir, goce lo que tenga
que gozar. Considere el sufrimien-to y la alegría como hechos de la vida y
continúe invocando Nam-myoho-renge-kyo, pase lo que pase. ¿No sería esto
expe-rimentar la ilimitada alegría que proviene de la Ley? Forta-lezca su fe más
y más.
Con mi profundo respeto,
Con mi profundo respeto,
Nichiren
De mi puño y
letra
En el vigésimo séptimo día del sexto mes, en el segundo año de
Kenji (1276).
1 Sutra del Loto, cap. 16.
2 Buda original: El término
japonés es jiju yushin. En otros textos se lo ha traducido como “Buda de la
absoluta libertad”.
3 Sutra del Loto, cap. 5.
Antecedentes:
Esta carta
fue escrita en Minobu, el 27 de junio de 1276, y dirigida a Shijo Kingo, cuya
vida corría grave peligro. Sus compañeros de armas buscaban una oportunidad para
matarlo, y su amo feudal continuaba reprobando enérgicamente su fe en el Budismo
verdadero. El Daishonin alienta a Shijo Kingo a soportar sus dificultades y
obtener la felicidad verdadera que, inevitablemente, se adquiere cuando uno vive
con fe en la Ley Mística.
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