
¿Qué lo llevó a creer en el Sutra del Loto y a hacerme
ofrendas durante los treinta y tantos días que pasé allí? El administrador y la
gente de ese distrito me han odiado y repudiado más que los de Kamakura. Los que
me veían fruncían el entrecejo; otros, con sólo oír mi nombre, daban rienda
suelta al desprecio. Pero, así y todo, a pesar de que me tocó estar allí durante
el quinto mes, cuando el arroz escasea, usted me alimentó en secreto. Parecería
casi como si mis padres hubieran renacido en Kawana, cerca de Ito, en la
provincia de Izu.
El cuarto volumen del Sutra del Loto señala: “[Enviaré...]
hombres y mujeres de fe pura, para entregar ofrendas a los maes-tros de la
Ley”.1 El significado de este pasaje del sutra es que las deidades celestiales y
las deidades benevolentes adoptarán diversas formas, como las de hombre y de
mujer, y darán ofrendas para ayudar al que practica el Sutra del Loto. No puede
haber dudas de que usted y su esposa nacieron como tales personas de fe pura, y
ahora hacen ofrendas a Nichiren, el maestro de la Ley.
Puesto que ya le
escribí con más detalles en otra oportunidad,2 esta carta será breve. Pero
quisiera mencionar una cosa en particular. Cuando el administrador de este
distrito me envió una petición, a fin de que yo orara para que él se recuperase
de su enfermedad, me pregunté si debía aceptar. Pero ya que mostró cierto grado
de fe en mí, decidí apelar al Sutra del Loto. Si yo lo hacía, no veía ninguna
razón para que las diez demonios no sumaran sus fuerzas en mi ayuda. Por ende,
me dirigí al Sutra del Loto, a Shakyamuni, a Taho y a los demás budas de las
diez direcciones, a la deidad del Sol, a Hachiman y a las demás deidades,
menores y mayores. Estaba seguro de que considerarían mi petición y me
responderían. Por cierto, no es que me fueran a abandonar, pero quiero decir que
su respuesta iba a ser tan intensa como cuando uno se frota una llaga o se rasca
a causa de la picazón.
Como era de esperar, el administrador se recuperó.
Como
muestra de gratitud, me obsequió con una estatua del Buda que habían sacado del
mar junto con la redada de peces. Lo hizo porque, después de tanto tiempo, su
enfermedad había desapareci-do; estoy seguro de que su dolencia le había sido
infligida por las diez demonios. El beneficio de su recuperación se transmitirá
a usted y a su esposa.
Los seres humanos hemos habitado en el mar de los
sufrimientos del nacimiento y la muerte desde el tiempo sin comienzo. Pero ahora
que decidimos ser devotos del Sutra del Loto, sin falta lograremos la entidad
del Buda, indestructible como el diamante; comprenderemos que nuestro cuerpo y
nuestra mente, que han exis-tido desde el tiempo sin comienzo, están dotados en
forma intrínseca de la naturaleza eternamente invariable y así, con nuestra
sabiduría mística, tomaremos conciencia de nuestra realidad mística.
Entonces,
es imposible que seamos distintos, en ningún aspecto, del Buda que apareció
desde el mar. El buda Shakyamuni, maestro de las enseñanzas, quien declaró en el
remoto pasado de gohyaku-jintengo “Yo soy la única persona [que puede rescatar y
proteger a los demás]”3 no es otro que cada uno de nosotros, los seres humanos.
Esta es la doctrina contenida en el Sutra del Loto sobre los tres mil estados
presentes en cada instante de la vida; nuestra conducta es una demostración
personal de la frase “Siem-pre estoy aquí, predicando la Ley”.4 ¡Qué valiosos,
entonces, son para nosotros el Sutra del Loto y el buda Shakyamuni! Pero las
personas comunes nunca tomamos conciencia de ello... Este es el significado del
fragmento del capítulo “Duración de la vida” que afirma: “Lo hago para que los
seres vivientes, en su perplejidad, no me vean ni siquiera cuando están cerca”.
La diferencia entre la ilusión y la iluminación es como las cuatro perspectivas
diferentes que se tienen del bosque de árboles sal.5 Sépase, entonces, que el
Buda de los tres mil estados presentes en cada instante de la vida es cualquier
ser vivo, en cualquiera de los planos de la existencia, que manifiesta su
Budeidad innata.
El demonio que se presentó ante Sessen Doji era Taishaku
disfrazado. La paloma que buscó la protección del rey Shibi era la deidad
Bishukatsuma.6 El rey Fumyo,7 prisionero en el castillo del rey Hanzoku, fue el
buda Shakyamuni, maestro de las enseñan-zas. Los ojos de los mortales comunes no
pueden percibir sus verdaderas identidades, pero estas sí se ven con los ojos de
la Budeidad. Como señala el sutra, el cielo y el mar poseen sendas por las
cuales van y vienen las aves y los peces. Una estatua de madera [del Buda] es,
en sí, un Buda de oro; y un Buda de oro es una estatua de madera.
El oro de
Aniruddha primero se vio con la forma de una liebre y, luego, como un cadáver.8
La arena que había en la palma de la mano de Mahanama se convirtió en oro.9
Estas cosas están más allá de la comprensión corriente. Un mortal común es un
buda, y un buda es un mortal común. Éste es el significado exacto de los “tres
mil estados presentes en cada momento de la vida”, y de la frase: “Yo, en
verdad, logré la iluminación”.10
Por lo tanto, es muy posible que usted y su
esposa hayan aparecido aquí como reencarnaciones del maestro de las enseñanzas,
el Gran Iluminado Honrado por el Mundo, para ayudarme. Aunque la distancia entre
Ito y Kawana es corta, no se nos permi-te comunicarnos abiertamente. Estoy
escribiéndole esta carta para su futura referencia. No hable de estos asuntos
con otras personas; en cambio, medite sobre ellos a solas. Si alguien supiera
tan sólo que esta carta existe, usted se vería en graves problemas. Guárdela en
lo profundo de su corazón y jamás hable de estas cosas. Con mi profunda
consideración, Nam-myoho-renge-kyo.
Nichiren
En el vigésimo
séptimo día del sexto mes, en el primer año de Kocho (1261).
Para ser enviada
a Funamori Yasaburo.
1. Sutra del Loto, cap. 10.
2. Se conoce poco acerca
de la carta a la que se hace referencia aquí, porque en la actualidad no existe
otra que “El exilio a Izu”
3. Sutra del Loto, cap. 3.
4. Ib., cap.
16.
5. El bosque de árboles sal fue el lugar en que el buda Shakyamuni expuso
su última enseñanza, el Sutra del Nirvana, y donde falleció. El Sutra Zobo
ketsugi define el sitio de cuatro maneras, según la capacidad y el estado de
vida de las personas: 1) como un bosque compuesto de tierra, árboles, plantas y
muros de piedra; 2) como un lugar adornado con siete clases de tesoros, por
ejemplo, oro y plata; 3) como un sitio en el que todos los budas practican el
Budismo y 4) como la tierra eterna e iluminada del Buda.
6. Bishukatsuma
sirve a la deidad Taishaku, que vive en el monte Sumeru. Cuando Shakyamuni
practicó austeridades en una existencia pasada con la identidad del rey Shibi,
Taishaku adoptó la forma de un halcón, y Bishukatsuma, la de una paloma, para
poner a prueba la sinceridad del Rey. Para salvar a la paloma, Shibi entregó la
vida, pues ofreció su carne al hambriento halcón. La historia aparece en el
Daichido ron.
7. Rey Fumyo fue uno de los nombres que adoptó Shakyamuni
cuando se dedicaba a la práctica de observar los preceptos, en una existencia
previa. Capturado por el rey Hanzoku, Fumyo casi fue ejecutado. Al lamentarse
porque había prometido hacer ofrendas a cierto monje, y la muerte lo obligaba a
romper su promesa, recibió un período de gracia de siete años. Entonces, regresó
a su país, hizo ofrendas al monje y transfirió el trono a su hijo. Después de
proclamar que cumplir las promesas era el precepto más importante, regresó para
entregarse a su captor. Hanzoku quedó tan impresionado por la sinceridad de
Fumyo, que lo liberó y se convirtió al Budismo.
8. Aniruddha fue uno de los
diez discípulos principales de Shakyamuni, conocido como el primero en
discernimiento divino. La historia figura en el Hokke mongu. Mucho tiempo atrás,
un pratyekabuddha llamado Rida se dedicó a la práctica de pedir limosna, pero
sin tener resultados. Al ver esto, un hombre pobre le ofreció mijo. Más tarde,
cuando este indigente fue a buscar mijo, un conejo saltó sobre su espalda y se
convirtió en un cadáver. Atemorizado, intentó quitárselo de encima, pero fue en
vano. Sin embargo, tan pronto como regresó a su casa, el cadáver cayó y se
transformó en oro. Al enterarse de lo sucedido, hombres perversos intentaron
robárselo, pero sólo encontraron un cadáver. Sin embargo, a los ojos del hombre
pobre, era un genuino tesoro que lo hizo rico. Noventa y un kalpas después, esta
persona nació con la identidad de Aniruddha.
9. Mahanama fue uno de los cinco
sacerdotes a quienes el padre de Shakyamuni, el Rey, les ordenó que acompañaran
a su hijo cuando éste abandonó el mundo secular e ingresó en la vida religiosa.
Lo siguieron y practicaron con él, pero lo abandonaron cuando éste renunció a
las prácticas ascéticas. Sin embargo, poco después de que Shakyamuni logró la
iluminación, les predicó su primer sermón, en el Parque de los Ciervos, y
entonces ellos se convirtieron en sus primeros discípulos. Según el Sutra
Zoichiagon, Mahanama poseía poderes ocultos. La historia de la “arena que (...)
se convirtió en oro” se encuentra en el Tendai sandaibu hochu de
Ts’ung-i.
10. Sutra del Loto, cap. 16: En lo que respecta a esta frase,
Nichiren Daishonin dice en sus enseñanzas transmitidas oral-mente que “yo”
indica a todas las personas, en cualquiera de los Diez Estados, mientras que
“lograr la iluminación” significa que las personas de los Diez Estados pueden
abrir su naturaleza de Buda inherente.
Antecedentes:
En el octavo mes de
1260, un grupo de seguidores de la escuela Nembutsu, enfurecido por la
refutación al Budismo de la Tierra Pura que el Daishonin había efectuado en el
“Rissho ankoku ron”, atacó su cabaña situada en Matsubagayatsu, en la región de
Kamakura. Nichiren Daishonin, a duras penas, pudo escapar y refugiarse en la
casa de su leal discípulo Toki Jonin, en la provincia de Shimosa. En la
primavera de 1261, no obstante, regresó a Kamakura y reanudó su tarea de
propagación.
En el duodécimo día del quinto mes de ese año, el gobierno obvió
cualquier investigación oficial y lo sentenció sumariamente al exilio en Ito,
localidad situada en la península de Izu y uno de los baluartes de la escuela
Nembutsu. Los oficiales encargados de acompañarlo hasta Ito en una barca no se
preocuparon de completar el trayecto y, sin más, lo abandonaron en una playa de
Kawana, pequeña aldea de pescadores en la costa noroeste de la península de Izu.
Allí, recibió el cobijo y el alimento que le brindaron Funamori Yasaburo y la
mujer de éste. Yasaburo, pescador de oficio, era conocido como Funamori
(literalmente, ‘administrador de barcas’); tanto él como su esposa se
convirtieron en firmes seguidores del Daishonin. Al cabo de un mes, su presencia
llegó a oídos de Ito Sukemitsu, administrador del distrito de Ito, quien lo
convocó para que orara por la recuperación de su salud, pues estaba aquejado por
una grave enfermedad. Sukemitsu se recuperó y pasó a ser un nuevo discípulo del
Daishonin.
Cuando Nichiren Daishonin concurrió a Ito para orar por la mejoría
del administrador, tanto Yasaburo como su esposa sintieron gran inquietud por la
seguridad de aquel. A raíz de esto, Yasaburo envió un mensajero con diversas
ofrendas.
“El exilio a Izu”, escrito en el vigésimo séptimo día del sexto mes de
1261, es la respuesta que el Daishonin remitió por intermedio del mismo
mensajero.
El exilio tocó a su fin el vigésimo segundo día del segundo mes de
1263, ocasión en que el Daisho-nin retornó a Kamakura.
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