miércoles, 12 de septiembre de 2012

OSCURIDAD FUNDAMENTAL (Primera Parte)

Existe algo en todas las personas que nos hace querer usar la vida o las vidas de los demás para alcanzar nuestros propósitos. Cuando nos sentimos así, no podemos valorar a las otras personas tal como son, sino solo en cuanto a que encajan en nuestros esquemas. Esta aptitud para valorar la vida en sí misma, toda la vida, ya sea que nos concierna o no, o que nos sea útil para algo; es a lo que se refiere el término Oscuridad Fundamental.
 
Podemos pensar que estamos dominados por la oscuridad fundamental si nos queremos a nosotros mismos y odiamos o somos indiferentes ante los demás.
 
Pero la cosa va más allá. Cuando no queremos al mundo, tampoco podemos querernos a nosotros mismos. Cuando no somos capaces de respetarnos, no podemos respetar al resto del mundo. Esta ilusa percepción de nosotros y los demás es la oscuridad fundamental.
 
Es la ignorancia de la verdadera naturaleza de la vida. Sumergidos en este engaño, no podemos manifestar nuestra naturaleza de Buda. Nuestra ignorancia proviene de la creencia errada de que nuestras vidas son entidades separadas; que la vida es más mecánica que holística. Es de esperarse que se perciba la vida de manera mecánica ya que, hasta hace poco, varias ramas de la ciencia han hecho énfasis en este enfoque. Sin embargo, la oscuridad fundamental es inherente a toda la vida a pesar de las teorías científicas.Ésta (la oscuridad fundamental) se pone de manifiesto en el énfasis que ponemos en nuestro ego, nuestros pensamientos de “yo”, “lo mío”, “mi beneficio”, “mi progreso”.
 
Como resalta el presidente Ikeda: Según el concepto budista del principio dependiente, todas las entidades de vida existen debido a las relaciones mutuamente interdependientes, y sin otras entidades de vida nuestra propia vida no existiría. Por lo tanto... si uno basa sus acciones sólo en pensamientos de “yo”, “lo mío”, “mi beneficio”, “mi progreso”, va en contra de la Ley fundamental de la vida. Tal comportamiento no solo tiene un efecto adverso sobre las personas de nuestro medio, sino que también produce resultados negativos para nosotros mismos.
 
El Budismo considera al ego desde una perspectiva muy diferente a la mayoría de las religiones occidentales. Aquí en occidente tendemos a pensar en términos de “debo” y “no debo”, lo cual nos lleva asentir que estamos siendo “desobedientes” si ignoramos la autoridad que generalmente esta conferida o adjudicada a Dios. Contrario a esto, el Budismo de Nichiren Daishonin enseña que hacer énfasis en pensamientos y acciones egocéntricas, es alejarse cada vez más del sentido de integridad que es la verdadera naturaleza de la vida. Sentir esta integridad, le proporciona a nuestras vidas felicidad y un sentido de bienestar.
 
Debido a que vivimos en una época más materialista que nunca, que tiende a incitar un acercamiento hambriento y codicioso hacia la vida, podremos darnos cuenta de que aún intentando tener pensamientos que no son del tipo “yo” y “lo mío”, parecemos desafiar las normas de la sociedad. Evidentemente, la influencia de nuestra oscuridad fundamental colectiva está siempre presente y frecuentemente nos domina.
 
Salir del hechizo de “yo” y “lo mío” es difícil, pero es crucial para nuestro bienestar. A lo largo de este siglo los físicos y poco a poco los científicos en otros campos, han empezado a ver y a enseñar la interrelación de la vida. Tal como escribió el físico teórico Fritjof Capra en El Tao de la Física:
 
Yo creo que el enfoque del mundo, sugerido por la física, no es consecuente con nuestra sociedad actual, lo cual no refleja la interrelación armoniosa que observamos en la naturaleza. Para lograr tal estado de equilibrio dinámico, se necesitará una estructura económica y social radicalmente diferente: una revolución cultural en el verdadero sentido de la palabra.
 
La supervivencia de toda nuestra civilización puede depender de si podemos llevar a cabo este cambio. Desde que Capra escribió esto, muchos de nosotros, individualmente o en grupos, hemos, por lo menos, llegado a entender algo sobre la interrelación de la vida. Sin embargo, todavía hay mucho camino por recorrer si vamos a tener una verdadera “revolución cultural” basada en este concepto. Esta parece ser una de nuestras tareas más urgentes.
 
Un entendimiento teórico de la interrelación es apenas el comienzo. Uno podría decir que el objetivo de nuestra práctica es vivir basados en este entendimiento. Queremos sentir todo el tiempo la interrelación de la vida.
 
Estoy segura de que logramos este sentido de integridad a través de nuestra práctica budista para uno y para los demás.
 
La práctica para nosotros no significa hacer énfasis en el “yo” y “lo mío” sino más bien despertar el deseo del bienestar para otros al igual que para nosotros.
 
Es difícil llevar a cabo esta transformación. Aún así, debido a que es difícil, las recompensas son inmensas. Al esforzarnos por llegar a sentir esta totalidad nos estamos forjando a nosotros mismos. Como resultado, nuestra capacidad para influenciar al bienestar de los demás tendrá mucho más peso que la prisa desmesurada de la sociedad hacia la cultura del “yo” y “lo mío”. Respetar esto como la meta de nuestra práctica y trabajar para alcanzarlo a través de ella, es la clave para transformar nuestra oscuridad fundamental.

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