La mente es nuestro propio lugar, y puede por sí
misma convertir en un paraíso el infierno, o en un infierno al paraíso.”
John Milton, Paradise Lost (Paraíso Perdido)
Era una tranquila mañana del
Sábado cuando llegó el telegrama. Juan estaba sentado junto a la mesa de la
cocina, tomando su café y leyendo el diario. Del otro lado de la mesa, Juana
leía una revista. Un perezoso sol matinal penetraba calladamente a través de la
ventana. La quietud fue interrumpida por el sonido del timbre en la puerta del
frente. Juan retornó a la mesa con un telegrama en la mano. A medida que lo iba
leyendo, Juana vio los cambios que ocurrían. Las pupilas de Juan se dilataron y
sus mandíbulas se tensaron. Su rostro se tornó rojo y sus puños se apretaron.
De repente, todo el cuarto parecía haberse transformado. La temperatura parecía
haber aumentado, el aire parecía espeso y los rayos del sol a través de la
ventana se convirtieron en una brusca intromisión. Sin ni siquiera escuchar una
palabra, Juana supo que había malas noticias.
Si congelamos esta escena y
la examinamos, podemos observar los misteriosos funcionamientos de la vida a
medida que ésta cambia de momento a momento. Cualquier cosa que fuera lo que
decía el telegrama, obviamente enojó a Juan. Pero de igual forma podrían haber
sido noticias que despertaban extrema felicidad, o una miríada de emociones
diferentes.
En la filosofía budista de
la vida, ichinen sanzen, que afirma que un solo instante de la vida posee tres
mil aspectos, explica exactamente cuáles son esas posibilidades y cómo
funcionan. Ichinen significa "un pensamiento" o "una
mente", que proviene de la realidad suprema o el verdadero aspecto de la
vida que existe a cada momento en la vida humana y en toda fenómeno. Sanzen
significa "tres mil" y se refiere a la variedad de experiencias que
la vida manifiesta en relación con su ambiente.
La experiencia de Juan
respecto a las noticias en el telegrama cambió no sólo su vida interna sino
también su ambiente inmediato. Todas las variaciones de la experiencia de la
vida son manifestaciones de la Ley única o la entidad de la vida.
EL YO
Nuestra conciencia del
"yo" forma una estructura en la cual nosotros basamos nuestra visión
del mundo. Las dos partes en que nosotros percibimos el universo -el yo y lo
otro, o lo interno y lo externo- provienen de nuestra conciencia del yo.
Asimismo esta conciencia da lugar a otras dualidades: por ejemplo, la dualidad
de la mente y el cuerpo (en la cual consideramos la mente como parte de nuestro
ser verdadero, mientras que el cuerpo no lo es), la dualidad de lo material y
de lo espiritual, o la dualidad de la humanidad y la naturaleza. Un pensamiento
dualista tal como éste ha definido la evolución de la civilización moderna,
pero es también la raíz de muchas crisis presentes en ella.
El Budismo señala maneras de
solucionar tales crisis demostrando la verdad de que nuestra vida no está
limitada al yo solamente, sino que comprende otras personas, el mundo y aún el
universo. Tal vez no encontremos en ningún lugar una explicación mejor de esta
idea de que el individuo y el cosmos son inseparables que en el principio de
ichinen sanzen, que sostiene que un instante de la vida posee tres mil
aspectos. El sistema filosófico de ichinen sanzen fue desarrollado en la China
por el destacado maestro budista del Siglo Vl, T’ien-t’ai (a quien la Corte
Imperial de la China le dio formalmente el título de Gran Maestro). él basó sus
ideas en el Sutra del Loto, el cual gradualmente llegó a ser, en parte por sus esfuerzos,
reverenciado como las enseñanzas supremas del Buda Shakyamuni. Ichinen sanzen
constituye una visión universal que explica la relación mutuamente inclusiva de
todos los fenómenos y la realidad suprema de la vida.
Por supuesto, hay muchos más
que tres mil fenómenos en el universo, pero el número es tomado para indicar la
multiplicidad de fenómenos en la que la realidad suprema se muestra a sí misma.
El número tres mil deriva de la multiplicación de los componentes principales
de ichinen sanzen, los que discutiremos en detalle más adelante. Aquí, al
menos, podemos señalar que esos componentes consisten en, primero, los Diez
Mundos o estados de la vida. Cada uno de ellos posee en sí mismo la totalidad
de los diez, constituyendo de esta manera cien mundos. Cada uno de esos mundos
está dotado de los Diez Factores. Finalmente, cada uno de esos factores opera
en Tres ámbitos -y así llegamos nuestro total de tres mil aspectos.
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