martes, 25 de septiembre de 2012

¡¡¡...ENTORNO (ESHO FUNI)...!!!

(ESHO FUNI)
SEGUNDA PARTE
 
La unidad de persona y medio ambiente es una de las diez unidades o "no dualidades" que derivan de la sistematización de Miao-lo en su Hokke Gengi Shakusen. T'ien T'ai había expuesto los diez principios místicos de la enseñanza teórica y los diez principios místicos de la enseñanza esencial del Sutra del Loto. Más tarde, en el Hokke Gengi Shakusen, Miao-lo se refiere a estos y explica las diez unidades o "no dualidades" luego de tratar los diez principios de la enseñanza teórica y antes de referirse a aquéllos de la enseñanza esencial. La sección del Hokke Gengi Shakusen que trata de estas diez unidades o "no dualidades" se convirtió más tarde en un tratado independiente denominado Jippunimon (Diez Unidades). Estas diez "no dualidades" son:
 
I. Unidad de cuerpo y mente (shikishin funi)
 
II. Unidad de lo interno y lo externo (naige funi). El objeto de meditación se divide en dos: el objeto interno o ámbito de la propia mente y el objeto externo o el mundo fenoménico. La unidad de ambos significa que la propia mente y el mundo fenómenico se poseen mutuamente gracias a los principios de ichinen sanzen y de las tres verdades.
 
III. Unidad de la naturaleza inherente de Buda y de la Budeidad manifestada a través de la práctica (shusho funi): significa que la verdadera naturaleza o entidad de todo fenómeno es esencialmente la misma que aquélla que uno manifiesta a través de la práctica.
 
IV. Unidad de causa y efecto (inga funi). "Causa" aquí significa "mortal común" y "efecto" el Buda. Vale decir que la unidad de causa y efecto significa que la naturaleza inherente de Buda en los mortales comunes es la misma que la naturaleza de Buda que el Buda manifiesta.
 
V. Unidad de lo puro y de lo impuro (senjo funi) o, lo que es igual, de iluminación e ilusión. La mente impura, velada por la ignorancia es, esencialmente, la misma mente pura basada en la iluminación.
 
VI. Unidad de la vida y su medio ambiente (esho funi)
 
VII. Unidad de uno y los demás (jita funi), en otras palabras, la unidad del Buda y los mortales comunes, ambos entidades de ichinen sanzen.
 
VIII. Unidad de pensamiento, palabra y acción (sango funi). El buda salva a las personas a través de sus pensamientos, palabras y acciones. Debido a que cuerpo y mente son esencialmente uno, también pensamiento, palabra y acción son esencialmente uno.
 
IX. Unidad de enseñanza provisional y verdadera (gonjitsu funi). El Buda predica tanto las enseñanzas provisionales como la enseñanza verdadera -el único supremo vehículo- según la capacidad de la gente y ambas enseñanzas provienen de la mente iluminada del Buda: todas las enseñanzas provienen de la única ley de Nam-myoho-renge-kyo...
 
X. Unidad de beneficio (junin funi). Esto significa que, tanto el Buda como el resto de las personas, en última instancia disfrutan de los mismos beneficios de la Budeidad: no existe distinción esencial entre el Buda que conduce al pueblo y aquéllos quienes reciben instrucción de ese Buda, en tanto que ambos son entidad de Nam-myoho-renge-kyo...
 
De esta manera, el concepto de unidad se aplica tanto a la relación entre cuerpo y mente y a aquélla entre persona y naturaleza, entre distintas personas, humanidad y sociedad y, en suma, entre todos los fenómenos del universo.
 
Unidad de la Vida y su Medio Ambiente
 
¿Cuántos seres humanos caben en nuestro planeta? Según las últimas cifras obtenidas por el profesor del Museo Nacional de Etnología de Osaka, Naomichi Ishige, el número equivale aproximadamente a tres o cuatro veces la actual población de 5500 millones, en otras palabras, unos 20.000 millones de personas. Pero los problemas de la superpoblación son ya extremadamente serios y deben ser analizados dentro del contexto de otros problemas, incluyendo aquéllos que son producto de los deseos egoístas individualistas de muchos miembros de la humanidad, pero el tema de la superpoblación es uno de los temas cruciales que debemos enfrentar hoy en día y la solución a él sólo emergerá si la humanidad echa mano de su sabiduría colectiva.
 
El budismo explica la relación entre la vida humana y su medio ambiente utilizando el concepto de esho funi, vale decir la unidad entre persona y medio ambiente. La palabra esho está formada de las primeras sílabas de otras dos palabras: eho que designa al medio ambiente o mundo objetivo del cual el ser humano depende para su supervivencia y para sus actividades vitales y shoho, que designa un ser viviente o mundo subjetivo.
 
Ni eho ni shoho pueden existir aparte de la otra. Sho de shoho significa sujeto y e de eho, depender, significando que la vida depende de su medio ambiente para su subsistencia. Funi significa el principio de que la vida y su medio ambiente son al mismo tiempo fenómenos independientes por un lado y, por otro, están profundamente identificados uno con otro.
 
Funi es la abreviación de nini-funi (dos pero no dos) y funi-nini (no dos pero dos). En suma, la vida y su medio ambiente son inseparables.
 
El principio de ichinen sanzen incluye esta unidad de la vida y su medio ambiente. En términos de los tres medio ambientes, shoho corresponde al medio ambiente de los cinco componentes y al de los seres vivientes, y eho al medio ambiente del medio ambiente externo. Ichinen sanzen revela que tanto shoho como eho son inherentes en un único momento de la vida. En términos de la verdadera entidad de todo fenómeno, la distinción entre el yo y el mundo objetivo pertenece a la dimensión de "todo fenómeno" y su inseparabilidad esencial a la "verdadera entidad".
 
Debido a que la vida y su medio ambiente constituyen dos expresiones de la misma entidad, shoho o el ser individual es formado e influenciado por eho o el medio ambiente, y las condiciones de vida del individuo, por el contrario, también pueden producir cambios en el medio ambiente. Nichiren Daishonin, en el Zuiso Gosho trata acerca de esto cuando afirma que "las diez direcciones constituyen el medio ambiente (eho) y los seres vivientes son la vida (shoho). El medio ambiente es como la sombra y la vida como el cuerpo. Sin el cuerpo no puede haber sombra. Del mismo modo, sin vida, el medio ambiente no puede existir, aunque la vida sea soportada por su medio ambiente".
 
Todos los problemas concernientes a la población y su medio ambiente deben ser analizados bajo la premisa de que es tarea de la humanidad el mantener una cierta armonía en nuestro planeta de manera tal que los ritmos naturales de la Tierra no se vean perturbados. La relativamente joven ciencia de la ecología de alguna manera se basa en el presupuesto de que todas las formas de vida sobre la Tierra existen en una compleja interrelación y que el hombre, lejos de ser la única criatura, es parte inseparable de un ecosistema más vasto: la totalidad de la vida terrestre.
 
Las implicancias de esta visión serían que la Tierra misma constituiría un único y enorme organismo viviente. Hace más de treinta y cinco años atrás, Josei Toda, segundo presidente de la Soka Gakkai y mi maestro de la vida, decía:
 
"La Tierra misma es una entidad viviente. Y, si se satisfacen las condiciones necesarias, surgirán en su seno las numerosas formas de vida". El creía que la vida humana y la Tierra constituían una sola entidad viviente inserta en la inmensurable vastedad del cosmos.
 
En este contexto, el nacimiento de una nueva vida es mucho más que un bebé emergiendo del útero de su madre: constituye un evento que forma parte de nuestro planeta y aún del Universo como un todo.
 
Este es un hecho que la ciencia moderna ha comenzado a comprobar. Jim Lovelock de Inglaterra y Lynn Margulis de los Estados Unidos han elaborado una teoría que es sorprendentemente afín a aquélla de Josei Toda. Esta teoría, ampliamente respetada por la comunidad científica, sostiene que nuestra tierra constituye lo que podría denominarse una "biósfera". Estos dos científicos afirman que nuestro planeta, por naturaleza, realiza su máximo esfuerzo para mantener un equilibrio haciendo ajustes en cosas tales como la composición química de la atmósfera o la temperatura de la superficie terrestre.
 
Basando estos argumentos en sus numerosas investigaciones, Lovelock y Margulis sacan como conclusión que tales fenómenos sólo pueden ser explicados si consideramos a la Tierra como una única entidad viviente. Ellos han denominado a su teoría la "Hipótesis Gaia" tomando el nombre de la diosa griega que personificaba la Tierra.
 
He tenido la oportunidad de conversar con algunos astronautas y todos ellos me han comentado que el contemplar la Tierra desde el espacio exterior constituye una verdadera experiencia espiritual que modifica de manera permanente las propias perspectivas. Tal vez no haya nada en la historia de nuestra especie que haya alterado nuestra conciencia tanto como las primeras fotografías de la Tierra tomadas desde el espacio.
 
Por supuesto que hoy en día estamos tan familiarizados con tales fotografías que ya no nos impresionan tanto como al comienzo, pero aquellas primeras fotografías marcaron un punto de inflexión para la humanidad:
 
Los historiadores del futuro seguramente las considerarán un símbolo del siglo XX. Aquellas fotografías, ampliamente utilizadas por los partidarios de la abolición de las armas nucleares y la conservación del medio ambiente nos hicieron conocer el acertado término de "Nave espacial Tierra".

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