
El Daishonin explica: «El obstáculo de los deseos
mundanos son los obstáculos a la práctica que se originan en la furia, la
codicia y la estupidez». Algunos pueden abandonar su práctica budista debido a
que anteponen el logro de sus deseos inmediatos al Budismo, que conduce a la
iluminación fundamental.
En otras palabras, están más interesados con la
ganancia a corto plazo que el desarrollo y el beneficio verdadero que es posible
alcanzar perseverando en la práctica budista. Con esa actitud, incluso una
dificultad relativamente menor puede ocasionar el abandono de la
práctica.
Otros pueden renunciar a su fe debido a dejarse llevar por sus
emociones –los gustos y disgustos mencionados antes. Esas personas, típicamente,
encuentran razones para resentirse con otro practicante, y abandonar su fe para
evitar o por rencor hacia esa persona. Estos son ejemplos del «obstáculo de los
deseos mundanos».
Respecto al obstáculo del karma, el Daishonin dice que
son «los obstáculos que presentan la esposa o los hijos». El obstáculo del karma
se refiere a nuestra orientación kármica fundamental que nos desvía del correcto
camino del Budismo.
Como lo sugiere el ejemplo del Daishonin, algunos
pueden abandonar su práctica simplemente por satisfacer a los miembros de su
familia o personas amadas que pueden temer o resentirse con su práctica budista,
el tiempo que le toma, o las críticas que puede provocar de la comunidad en
general.
El obstáculo de la retribución se refiere a las circunstancias
hostiles en las que se nace como retribución kármica por acciones en contra de
la Ley Mística en existencias pasadas; se refiere especialmente a los obstáculos
causados por figuras de autoridad.
Si los que nacen en una sociedad o
comunidad que alberga enemistad hacia el Budismo permiten que sus circunstancias
anulen su práctica budista, estarán sucumbiendo al obstáculo de la retribución.
A este respecto, el Daishonin dice: El obstáculo de la retribución son «los
impedimentos provocados por el soberano o los padres».
Los cuatro
demonios
Los «cuatro demonios» es una referencia a las diversas funciones
negativas de la vida y el universo –no a seres demoníacos reales. Estas
funciones atormentan el cuerpo y la mente de un practicante budista. La palabra
sánscrita para demonio, Mara, era traducido al chino como «ladrón de vida»,
«asesino» y «destructor».
Como lo indican tales traducciones, los
demonios en el Budismo pueden ser considerados como metáforas para las funciones
destructivas de las vidas de los practicantes budistas en particular, y de la
gente en general.
En un sentido, esto es similar al Cristianismo en tanto
identifica a Satán con las fuerzas destructivas de la vida y como «un homicida
desde el principio».
Específicamente, los «cuatro demonios» se refieren
al impedimento de los deseos mundanos, el impedimento de los cinco componentes,
el impedimento de la muerte, y el impedimento del rey demonio.
El
impedimento de los deseos mundanos indica la función de los deseos e impulsos
más bajos de la gente para debilitar su resolución para buscar el Budismo y,
así, corromper sus vidas.
Los «cinco componentes» son los cinco elementos
físicos y mentales que constituyen nuestra existencia –indican la estructura
física y espiritual del ser humano. Nuestro componente físico o fisiológico es
llamado «forma», y nuestras funciones mentales incluyen los componentes de
«percepción», «concepción», «volición» y «conciencia».
El Budismo explica
que esos cinco componentes se unen temporalmente y dan lugar a un ser humano
individual. Podemos interpretar el impedimento de los cinco componentes como la
desarmonía entre los cinco componentes que crean sufrimiento físico y mental,
sofocando la pureza de la condición y oscureciendo la sabiduría
innata.
El impedimento de la muerte se refiere a cualquier cosa que
funcione para causar la muerte de un practicante budista, y de esa manera
impedir su práctica. Sin embargo, podemos definirlo más ampliamente para incluir
temor o aprehensión sobre la posibilidad de la propia muerte, o desaliento y
duda originada por la muerte de un practicante.
Si tememos o nos
desalentamos por la muerte y, como consecuencia, nos confundimos y retrocedemos
en la fe, estamos sucumbiendo al impedimento de la muerte.
Ver al «rey
demonio» dentro
Las escrituras budistas con frecuencia hacen referencia a
seres tales como demonios, diablos, deidades benévolas y dioses.
El
Budismo del Daishonin los interpreta como representaciones de las funciones de
la vida y el universo.
En este aspecto, el Daishonin dice en «El
tratamiento de la enfermedad»: El corazón de la escuela del Loto es la doctrina
de los tres mil reinos en un simple momento de vida, que revela que tanto el
bien como el mal son inherentes incluso en aquellos que están en la etapa más
elevada de la iluminación perfecta.
La naturaleza fundamental de la
iluminación se manifiesta como Brahma o Shakra(1) mientras que la oscuridad
fundamental se manifiesta como del demonio del sexto cielo.
Las deidades
benévolas odian a quienes cometen maldades, y los demonios malvados odian a la
gente buena. Aquí, el Daishonin enseña que el bien y el mal –las funciones que
afirman y que niegan la vida- son inherentes en todas las personas, incluyendo a
los budas. Ignorando esto, algunas personas permiten que su naturaleza que niega
la vida se desenfrene y origine miseria tanto para ellas mismas como para los
demás.
Los budas, sin embargo, están plenamente conscientes de sus
propias potencialidades –tanto buenas como malas.
En lugar de sucumbir
ante los deseos destructivos, las vidas de los budas están firmemente enraizadas
en su naturaleza que afirma la vida, específicamente en el supremo estado de
vida llamado Budeidad, rico en misericordia y sabiduría. Una vez logrado este
estado, sin embargo, no persiste simplemente por su cuenta.
Nadie se
convierte en buda o se mantiene como tal distraídamente o sin acción. Esto nos
dice algo importante acerca de la práctica budista: Budas son aquellos que están
conscientes de su oscuridad fundamental innata y que siempre lucha por desafiar
sus debilidades. Dicho de otra manera, para revelar nuestra Budeidad innata y
convertirla en nuestra base, es preciso que veamos nuestra oscuridad fundamental
y luchemos contra ella. Tal como alguien que se preocupa por la formación de su
cuerpo no puede continuar haciéndolo sin esforzarse en ello, o como un estudioso
no puede seguir siéndolo sin seguir estudiando, un Buda no puede seguir siéndolo
sin un esfuerzo continuo y sin observar sus propias debilidades e ignorancia,
observar desafiarlas y vencerlas.
La «oscuridad fundamental» que menciona
el Daishonin es nuestra ignorancia o escepticismo respecto a la Budeidad dentro
de nuestras vidas así como en las vidas de todas las personas. Mientras ignore
este supremo potencial universal, la gente tiende a la desesperación en lugar de
la esperanza, a la crueldad en lugar de la misericordia, a la estupidez en lugar
de la sabiduría, y a la cobardía en lugar del coraje.
La gente que está
saturada de su oscuridad fundamental es esencialmente insegura de sí misma, de
modo que se inclina por insultar a otros e ignorar la miseria de los demás y
hasta deriva satisfacción de ello. De la inseguridad proviene la arrogancia. Una
gran inseguridad puede ocasionar una irreprimible urgencia por controlar a
otros. Un intenso deseo de control tipifica a quienes actúan como el «rey
demonio».
Debe notarse, en el monólogo del rey demonio, que su irritación
emana de la potencial pérdida de su control sobre su «dominio». Él teme que la
gente conozca su verdadero potencial y confía en sí misma. La gente con
confianza en sí misma y que actúa con libertad espiritual hace que el «rey
demonio» sienta más profundamente su miseria que emana de su escepticismo en el
supremo potencial de la Budeidad. Ellos le recordarán su verdadera debilidad,
que encubre con sus ínfulas.
Es por esta razón que el rey demonio se dice
a sí mismo: «Esto es lo más irritante. Si permito que esta persona permanezca en
mi dominio, no sólo se liberará de los sufrimientos del nacimiento y de la
muerte, sino que también conducirá a otros hacia la iluminación. Además, tomará
el mando de mi reino y lo transformará en una tierra pura. ¿Qué voy a
hacer?».
Lo importante es tener en mente que este «rey demonio » se
esconde en las más recónditas profundidades de la vida de todos. Cuando este
potencial no es reconocido y pasa a ser dominante, verdaderamente nos
convertimos en «pequeños demonios».
Por consiguiente, es importante estar
siempre vigilantes de nuestra oscuridad fundamental y no sucumbir a ella. Para
luchar contra «el rey demonio» interior, es preciso desarrollar nuestra
convicción en la existencia de la Budeidad dentro de nuestra vida y de los
demás. Por esto el Daishonin dice: «La ailada espada para cortar la oscuridad
fundamental es sólo la fe».
Desafiar la injusticia exterior es revelar la
Budeidad interior
El «rey demonio» es a veces llamado «demonio del sexto
cielo» porque, se dice, vive en el más elevado de los seis cielos del mundo del
deseo. En la antigua cosmología budista india, este cielo más elevado del mundo
del deseo estaba asociado con el deseo de explotar a otros por placer
propio.
En este sentido, el «rey demonio» simboliza nuestra tendencia a
ver a otros seres humanos como medios para gratificar nuestros propios deseos y
ansias.
Cuando la gente es deshumanizada y reducida como medios para
algún fin puede resultar en grandes sufrimientos –siendo la guerra el más
horrendo de los ejemplos–. Por esto el Daishonin era implacable para hablar en
contra de la corrupta autoridad religiosa de su época, que trataba de oscurecer
la verdad del Budismo contenida en el Sutra del Loto que, fundamentalmente,
enseña la libertad espiritual.
Debido a que la «oscuridad fundamental»
encuentra expresión en el deseo de controlar a otros por una egoísta
gratificación, aquellos que están en posiciones de influencia puede ser
especialmente susceptible de funcionar como el «rey demonio». A este respecto,
el Daishonin hace que el metafórico rey demonio le diga a sus subordinados:
«Ahora vayan y acosen a ese devoto, usando sus respectivas
habilidades.
Si no logran hacerlo abandonar su práctica budista, entonces
entren en la mente de sus discípulos, de sus protectores y de la gente de esta
tierra e intenten así persuadirlo o amenazarlo. Si estos intentos tampoco son
exitosos, yo mismo bajaré y entraré en la mente y en el cuerpo de su soberano
para perseguir a ese devoto. Juntos, ¿cómo podemos fracasar en impedirle lograr
la Budeidad?».
La subordinación como la otra cara de la
arrogancia
Es importante notar, sin embargo, que la «oscuridad
fundamental» puede, a veces, manifestarse como denigración de sí mismo y una
servil obediencia a la autoridad externa. En la superficie, el autócrata
dominante y adulador cobarde parecen representar extremos opuestos: desear el
control y desear ser controlados.
No obstante, ambas tendencias emanan de
la falta de confianza y en la no-creencia en el supremo potencial que tenemos
dentro.
La gente que cree que no puede mejorar –que niega su propio
potencial- actúa de una de dos maneras. Primero, puede abandonar su poder,
sintiendo que no tiene esperanza en controlar su destino y, de esa manera,
asigna el control a otro.
Segundo, puede hacerse arrogante. Debido a que
en su interior no creen que pueden mejorar, tratan de justificarse
convenciéndose a sí mismos y a otros de su grandeza. Tratando de ganar poder
sobre otros, evitan observar sus propias limitaciones, que desprecian. Ellos
interpretan la deferencia de los demás como una afirmación de su propia
grandeza. En realidad, la creación de cualquier sistema tiránico o autoritario
requiere de la existencia de ambos tipos de personas. Podemos decir que las
tendencias de quienes han sucumbido a su «rey demonio» interior son diferentes
sólo en la dirección de la manifestación –el control o el servilismo. Lo que
tienen en común en su raíz es una profunda inseguridad y falta de confianza.
Sean tiranos o sujetos obsequiosos –ambos han elegido su «oscuridad fundamental»
sobre su «naturaleza fundamentalmente iluminada».
Ninguno de los dos es
verdaderamente libre.
El Daishonin propagó incesantemente su mensaje
acerca de la universalidad de la Budeidad, demostrando ser el verdadero devoto
del Sutra de Loto. Respecto a esto, el Daishonin dice: «[A pesar de la
interferencia personal del rey demonio del sexto cielo] es debido a que las
deidades celestiales vienen en mi ayuda que he sobrevivido incluso en
Tatsunokuchi, y también salí a salvo de otras grandes persecuciones. Por el
momento, el demonio del sexto cielo debe sentirse desalentado».
La acción
conquista la oscuridad fundamental
A través de su propio ejemplo, el
Daishonin nos enseña la importancia de hablar sobre la verdad del Budismo
desafiando la injusticia para revelar nuestra Budeidad innata.
Nuestras
vidas están intrínsecamente dotadas tanto con la «oscuridad fundamental» como de
la «iluminación fundamental». Si simplemente no hacemos nada, seremos superados
por la oscuridad fundamental.
Para revelar nuestra naturaleza de
iluminación fundamental, es preciso que reafirmemos continuamente la existencia
de la Budeidad dentro de nosotros y de los demás.
Con propósitos de
aclaración, podemos describir esto en cuatro categorías de
actividades:
La primera es luchar para reconocer y hacer surgir nuestra
propia naturaleza iluminada, orando seria y consistentemente al Gohonzon. Esto
incluye siempre los esfuerzos por mejorar nuestra diaria práctica del Gongyo y
Daimoku, estableciendo metas claras en nuestras vidas, y orar por
lograrlas.
La segunda es hacer esfuerzos para ayudar a otros a hacer lo
mismo. Esto significa compartir el gran beneficio y poder del Budismo del
Daishonin con otros de modo que ellos también puedan acumular buena fortuna y
experiencias de desarrollo personal. También significa apoyar las actividades de
la SGI para compartir los ideales humanistas y no violentos del Budismo con la
sociedad y el mundo en general.
La tercera es observar dentro de nuestras
vidas para identificar las causas de nuestro sufrimiento. Necesitamos reconocer
las debilidades o hábitos que nos frenan en nuestra vida diaria y en nuestra fe
–las debilidades que surgen de nuestra oscuridad fundamental y esforzarnos para
controlarlos. Con este fin, tratamos de exponernos a buenas influencias y
aprender buenos ejemplos, lo que puede incluir nuestros esfuerzos en el estudio
y la búsqueda de orientación de aquellos que tienen más experiencia en la fe y
en la práctica.
Y la cuarta, es desafiar y esforzarse para transformar la
oscuridad fundamental de otros –hablando con coraje y convicción para convencer
a la gente a no abandonar su poder, a no esclavizarse a la autoridad, exponiendo
al mismo tiempo la función del «rey demonio» dentro de la autoridad
injusta.
Específicamente, nos ponemos del lado de las personas comunes
que están tratando de mejorar sus vidas mediante la práctica budista y señalamos
los errores de cualquier persona o poder que busca ahogar o usurpar el derecho
de las personas a hacerlo. Esta es la esencia del «espíritu Soka».
Estas
cuatro clases de actividad son listadas aquí no para implicar algún orden o
aproximación específico.
Pueden coincidir parcialmente y cualquiera de
ellos puede tener elementos de los otros.
Este ejemplo intenta expresar
nuestra necesidad de desarrollar los aspectos positivos –la iluminación
fundamental- dentro de uno y de los demás, y desafiar y superar la negatividad
–la oscuridad fundamental- dentro de uno y de los demás.
Cuando nos
esforzamos en estas áreas, nos hacemos conscientes de nuestra propia oscuridad
fundamental, de manera que podemos desafiarla. Haciéndolo, manifestamos y
solidificamos nuestra innata naturaleza iluminada fundamental. Nichiren
Daishonin dice: «Yo, Nichiren, he estado consciente de esto desde hace mucho
tiempo».
Esto es notable. Debido a que el Daishonin estaba claramente
consciente de su propia oscuridad fundamental y de su funcionamiento en los
demás, pudo percibir la naturaleza de las persecuciones y superarlas. Aquí, el
Daishonin nos enseña que, en tanto nuestra fe en nuestra naturaleza iluminada
fundamental sea sólida y nos mantengamos vigilantes contra nuestra oscuridad
fundamental, podemos transformar las funciones del «rey demonio» tanto dentro
como fuera de nosotros.
Desafiar las dificultades con
valor
También el Daishonin dice: «en el momento en que resuelva liberarse
de los sufrimientos del nacimiento y de la muerte, y alcance la Budeidad,
encontrará los tres obstáculos y cuatro demonios. Esto es tan seguro como que la
sombra sigue al cuerpo y los nubarrones acompañan a la lluvia». Si adoptamos la
perspectiva del Daishonin sobre las dificultades de la vida, cualquier cosa que
parezca frenar nuestra práctica budista y nuestra vida en general, se
transformará en una oportunidad para demostrar nuestro supremo
potencial.
En otra carta, «Los tres obstáculos y cuatro demonios», el
Daishonin enfatiza la importancia de desafiar las dificultades con valor y
optimismo en lugar de sucumbir al temor y la desesperación: «No sienta el mínimo
temor en su corazón.
Lo que a uno le impide lograr la Budeidad es la
falta de valor, aun cuando uno haya profesado la fe en el Sutra de Loto muchas
veces, desde hace innumerables kalpas ... ocurre algo inusitado cuando una
persona común manifiesta la Budeidad. En ese momento, los tres obstáculos y los
cuatro demonios aparecen invariablemente.
...Y los sabios sienten
regocijo, mientras que los necios retroceden.
Las dificultades de la vida
pueden causar desesperación y sufrimiento; sin embargo, también pueden ser una
fuente de esperanza y felicidad. El Daishonin enseña que depende de nosotros
decidir lo que haremos con nuestra vida y que la fe valiente, fundamentalmente,
nos posibilita derrotar «los tres obstáculos y cuatro demonios» y realizar la
más genuina felicidad.
El alegórico rey demonio del Daishonin, a pesar de
toda su malicia y maldad, sabe una importante verdad. Él sabe que una sola
persona verdaderamente despierta puede reclamar todo su dominio entero y
conducir a muchos otros al mismo estado de libertad espiritual. Reconocer este
«poder de una sola persona» puede ser una importante lección que podemos
aprender del «rey demonio».
(1) Shakra: También conocido como Indra.
Junto con Brahma, uno de los dos principales dioses tutelares del Budismo
No hay comentarios:
Publicar un comentario