Nichiren
también enfatiza con frecuencia el papel importante del material escrito,
particularmente el Sutra del Loto. Por ejemplo, él dice: "El Sutra del
Loto es tanto la enseñanza del Buda como la personificación de la sabiduría del
Buda. Si uno pone una fe sincera en cada carácter y en cada pincelada, entonces
uno se convierte en Buda en nuestra forma presente" (END, 969). Para
refutar el Budismo Zen, el cual rechaza el rol de las escrituras budistas,
Nichiren establece: "Si uno descarta los caracteres escritos, ¿qué más
podría uno apreciar como el trabajo del Buda?" (Gosho Zenshu, 380). El uso
del Daishonin de los caracteres escritos como un medio para inscribir el
Gohonzon, refleja su fuerte convicción en el rol del material escrito para
comunicar no solo la realidad material de las cosas sino también la realidad
espiritual de la humanidad.
Nichiren
parece haber entendido cómo una imagen y un texto escrito hablan diferente a
nuestra mente. Como podrán observar en el trabajo iconográfico realizado donde
se sustituyen los nombres inscritos en el Gohonzon por la imagen que el nombre
representa.
Al
inscribir el Gohonzon como una imagen expresada en caracteres unifica la
especificidad de una imagen gráfica con la universalidad de caracteres escritos
para expresar la realidad de la naturaleza de Buda que es única a cada persona
y simultáneamente universal a toda la gente. El aspecto subjetivo y sin embargo
universal de la naturaleza de Buda es el núcleo de las enseñanzas de Nichiren,
la cual promueve nuestro conocimiento del supremo potencial, no sólo en nuestra
vida sino también en la vida de los demás.
Algunas
de las características físicas del Gohonzon sugieren la consideración minuciosa
de Nichiren para hacer que el objeto de devoción se ajustara al mensaje que
contiene para todos y cada uno de los practicantes: la realidad personal,
aunque universal, de la naturaleza de Buda.
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