Durante su prédica del primer giro de la rueda del Dharma, el Buda rehusó contestar catorce preguntas esotéricas —no porque no tuviera la capacidad de hacerlo, sino porque esas consideraciones no promueven (y pueden entorpecer) el desarrollo espiritual en las fases iniciales del sendero.
Las catorce preguntas:
El mundo, ¿es eterno?
¿o no lo es?
¿o es eterno y efímero a una vez?
¿ni lo uno ni lo otro?
El mundo, ¿es infinito?
¿o no lo es?
¿o es tanto infinito como finito?
¿ni lo uno ni lo otro?
El ser, ¿es idéntico al cuerpo?
¿o es diferente?
El Buda, ¿existe tras la muerte?
¿o no existe?
¿o existe y no existe a una vez?
¿ni lo uno ni lo otro?
Hay preguntas que nos distraen de
aquello que resulta esencial reconocer en las primeras etapas de nuestro
sendero espiritual, las cuatro verdades nobles: la característica fundamental
de la vida material es la insatisfacción; la insatisfacción tiene como causa la
ignorancia; la insatisfacción puede cesar; y hay un sendero que conduce al cese
de la insatisfacción. Una vez estamos avanzando tranquilamente por el camino
espiritual, tendremos la oportunidad —y la claridad mental— para considerar
materias menos apremiantes.
Entrar en debates estériles sobre la
infinitud del tiempo o el origen de los seres vivientes, mientras la vida se
apaga a cada instante, es un juego superfluo al que no cabe apostar.
Al Morir Sólo EL Dharma Es Útil
Cuando me aprese la muerte, ¿cómo podrán ayudarme los parientes? ¿Cómo me han de socorrer los amigos? Todos quedarán atrás.
Sólo mis acciones virtuosas y negativas permanecerán conmigo. Debo reconocer esta realidad y analizarla bien.
Debo cultivar la certeza de la muerte:
Pronto moriré.
No sé cuándo he de morir, y nada me salvará en ese momento.
Desde el momento de la muerte en adelante, a través de vidas interminables, sólo el Dharma será beneficioso.
Ahora debo dedicar todo esfuerzo a la práctica.
Al Morir Sólo EL Dharma Es Útil
Cuando me aprese la muerte, ¿cómo podrán ayudarme los parientes? ¿Cómo me han de socorrer los amigos? Todos quedarán atrás.
Sólo mis acciones virtuosas y negativas permanecerán conmigo. Debo reconocer esta realidad y analizarla bien.
Debo cultivar la certeza de la muerte:
Pronto moriré.
No sé cuándo he de morir, y nada me salvará en ese momento.
Desde el momento de la muerte en adelante, a través de vidas interminables, sólo el Dharma será beneficioso.
Ahora debo dedicar todo esfuerzo a la práctica.
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