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El Budismo
enseña que el individuo es responsable de todo lo que le sucede; para decirlo
en términos simples, cada uno recoge lo que siembra.
El motivo por el
cual podemos aceptar serenamente el riguroso principio de causa y efecto que
opera en nuestra vida es que, además, comprendemos otra verdad simultánea:
todos tenemos en nuestro interior, de manera innata, el poder y el potencial
transformador ilimitado conocido como “naturaleza de Buda”.
Para seguir
esforzándonos en pos de nuestra dicha, necesitamos saber que la posibilidad de
este estado reside en nosotros.
El budismo, la
“vía interior”, nos permite despertar nuestro sentido de la responsabilidad y
de la autonomía personal; es decir, reconocer que tenemos el poder de escribir
nuestro propio destino mediante la voluntad y las acciones presentes.
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El budismo se
denomina “camino interior”. Sin embargo, abarca un espectro muy amplio de
enseñanzas. Entre ellas, las del Hinayana buscan liberar a las personas de los
deseos mundanos, que son la causa del sufrimiento, y lograr el nirvana --estado
de suprema paz y tranquilidad-- mediante prácticas como la observancia de
preceptos y la meditación.
Sin embargo, la
felicidad a la que aspiran las enseñanzas del Hinayana es pasiva, porque sólo
buscan eliminar la causa de la infelicidad. No permiten activamente al ser
humano abrir el camino hacia su propia felicidad ni, mucho menos, hacia la dicha
de los demás.
Por otro lado,
como el Hinayana plantea que la causa del sufrimiento son los deseos mundanos
de los nueve estados --inherentes a nuestra vida--, la única forma de eliminar
por completo tales deseos es extinguir completamente la vida. Por eso se ha
dicho que, para el Hinayana, el enfoque de la iluminación es “reducir el cuerpo
a cenizas y aniquilar la conciencia”.
Aquí yace la limitación del budismo Hinayana.
Aquí yace la limitación del budismo Hinayana.
En cambio, las
enseñanzas del Mahayana, en vez de buscar la supresión de los deseos mundanos,
afirman que es posible controlar adecuadamente tales deseos y construir una
vida pura, poderosa e imbuida de motivación interna, abriendo y manifestando la
sabiduría de la iluminación que existe dormida en esta misma vida deseante.
A este principio
se lo denomina “los deseos mundanos son la iluminación”.
Las enseñanzas
del Mahayana, más que limitarse a eliminar la causa de la infelicidad en la
vida del hombre, buscan activamente capacitarlo para convertir tales causas en
motivo de felicidad, y para guiar a otros semejantes hacia la iluminación.
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El Sutra del
loto, que representa el Mahayana verdadero, esclarece que la vida de todas las
personas está originariamente dotada del estado de Buda, la causa fundamental
de la felicidad. (“Todos los seres humanos poseen la naturaleza de Buda por
igual”). El Sutra del loto también esclarece otra verdad de la vida: que todas
las personas pueden tomar contacto con esa naturaleza de Buda y manifestarla en
su vida. (En el capítulo 2°, “Medios hábiles”, expone cuatro modalidades de la
sabiduría de Buda: abrir el camino hacia la sabiduría del Buda; mostrarlo;
crear conciencia de esta vía y hacer que las personas entren en ella.[1])
Las enseñanzas
del Mahayana anteriores al Sutra del loto, que constituyen el Mahayana
provisional, insisten en que los seres de los dos vehículos[2] --despreciados
porque sólo buscaban su propia iluminación--, las malas personas y las mujeres
--vistas como seres incapaces de ser felices-- no estaban dotadas intrínsecamente
de la naturaleza de Buda.
De tal forma,
estas enseñanzas imponen limitaciones a las causas de la felicidad. No
constituyen la verdad del Mahayana, sino medios conducentes adecuados a las
creencias populares de esa época. No son más que enseñanzas provisorias.Por otra parte, el Sutra del loto, la enseñanza verdadera, esclarece la iluminación real del Buda con respecto al hecho de que todos los seres humanos --incluidos aquí los de los dos vehículos, las malas personas y las mujeres-- pueden lograr la iluminación por igual.
También revela
la doctrina (de los tres mil aspectos contenidos en cada instante de la vida),
en la cual se basa esta enseñanza. La auténtica intención del Buda es que todas
las personas lleguen a ser felices. Y los principios que permiten cumplir esa
intención están en el Sutra del loto, donde se revela en forma directa la verdadera
iluminación del Buda.
[1] El capítulo
“Medios hábiles” del Sutra del loto explica que todos los budas aparecen en
este mundo 1) para abrir el portal de la sabiduría de Buda a todos los seres
vivos; 2) para mostrar la sabiduría de Buda a todos los seres vivos; 3) para
hacer que todos los seres vivos tomen conciencia de la sabiduría de Buda y 4)
para guiar a todos los seres vivos a que entren en el camino del Buda”. [Véase
Sutra del loto, cap. 2, pág. 31]. A estas cuatro rezones se las conoce como
“cuatro modalidades o aspectos de la sabiduría de Buda.
[2] Seres de los
dos vehículos: los que escuchan la voz y los que toman conciencia de la causa.
Corresponden a los estados de Aprendizaje y Compresión Intuitiva
respectivamente de los Diez Estados.
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